11.12.10

La importancia de ser extranjero


Uno de los mejores haikus que se escribieron este semestre en el instituto de español en el que trabajo:

El nombre es mío.
Los anillos son tuyos.
Rompí los platos.


               -Lucia Cambria

9.12.10

Hasta el final

Un poema de Hugo Mujica (creo que inédito) que leyó en la charla en el Islas Malvinas acá en La Plata, hace algunas semanas.


HASTA EL FINAL


Vi un perro negro muerto
en la calle,
aplastado en medio de la acera, manchado,
porque nevaba.

Vi la vida, allí mismo,
y no había más que eso: la coartada
del inocente: pagarlo todo.

Sentí en la nieve la vida y me vi morir
como un animal que se resiste
hasta lo último

hasta el deseo de ser rematado,

hasta el gemido final,
el que pide perdón por todo crimen ajeno:
                                                        el que perdona a dios.

2.12.10

Una comidilla para Freud



De vez en cuando, la docencia trae gratificaciones inesperadas, que son como chispazos de alegría o de variedad en medio de una tarea esencialmente rutinaria (al menos, en lo que respecta a la corrección).

Algunos de esos chispazos vienen de la mano de una composición creativa, un chiste que te hace reír frente a los chicos, o una clase en la que sentís que les cambiaste la cabeza.

Otras alegrías llegan casi a pesar de los alumnos, por errores que en cierta forma revelan las limitaciones de su propio docente, o que pueden ser leídos como poesía y creatividad inesperada.
El docente José María Firpo lo percibió bien y supo plasmarlo de manera inmejorable en su libro ¡Qué porquería es el glóbulo!, en el que no me parece que se esté burlando de sus alumnos, sino que en cierta forma establece una guiñada cómplice con ellos, para cuando sean más grandes y puedan llegar a reírse de sus propios errores.

Hoy, mientras corregía pruebas y cerraba notas para el último de los tres colegios, me encontré con este chispazo, que me hizo reír mucho. ¿Qué diría Freud de este lapsus versión siglo XXI?

1.12.10

De amicitia (III)



Hay un cuadro de fondo negro en el que pienso a veces.
Lo pintó la mamá de Sofi. Entre el fondo negro se sugiere algo rojo detrás, y de frente sobresalen dos figuras humanas: una a la derecha, como de frente, y otra de espaldas. Parecen presencias fantasmales, imágenes en movimiento, con colores fuertes (verdes, amarillos, azules). Pero quizás yo ya lo sé porque conozco la foto real en la que está basado. No puedo saber qué pensaría alguien que viera por primera vez el cuadro sin conocer la foto.
Las fotos son de hace dos años, de un cumpleaños mío. Habíamos apagado todo y sólo quedaban encendidas las luces de disc jockey, multicolores y giratorias. Saqué algunas fotos sin flash y eso le daba a las cosas una apariencia a veces psicodélica, otras festiva, y otras siniestra.
A partir de esas fotos Renée, la mamá de Sofi, pintó una serie de cuadros. Y aunque me gustan muchos de ellos, me sobrecoge la imagen del cuadro de las dos figuras con fondo negro. En parte porque no se alcanza a distinguir si una es un reflejo de la otra, reproducida por un espejo que permanece oculto a la vista del espectador. Pero –más importante aún– sobre todo porque estoy seguro de que vos sos la figura principal del cuadro, o quizás las dos. Lo curioso no es que vos hayas salido así en esa foto o que Renée haya decidido pintarlo: lo verdaderamente curioso es que todo empezó realmente en ese cumpleaños. Esa semana, el día jueves, yo cumplí años. Nos juntamos a la noche y estuvimos jugando al truco y chupando hasta muy tarde. Yo me levanté a la mañana siguiente para ir a trabajar y sólo pude tomar un jugo de pomelo recién exprimido y mucha agua para recuperarme un poco. Vos te levantaste con un dolor de cabeza terrible y vomitaste en el patio del bar donde laburabas.
Todo parecía ser por la resaca, pero ese dolor de cabeza no era como nada que hubieras tenido antes. En el festejo de mi cumpleaños el día sábado estabas más alegre que nunca, y eso que habías decidido no tomar nada para combatir el dolor de cabeza. Hacía poco tiempo yo les había anunciado que me casaba al año siguiente, y vos estabas entre receloso por perder a un amigo, y feliz porque uno de tus mejores amigos había encontrado a la mina para casarse.
Bastó apenas una semana para que me llegara el anuncio, el viernes siguiente, y para que todo, de a poco, empezara a desmoronarse.


De amicitia (II)



Tu partida fue decantando de a poco, como la capa de polvo que se va posando imperceptiblemente sobre las cosas que no tienen movimiento. Ahí quedó nuestra amistad, fija e inmóvil como una cosa que nadie se decide a tocar.
Y a la vez, siento como si de a poco esa amistad fuera mutando en algo distinto. Nunca va a dejar de ser lo que era, pero a la vez nunca volverá a ser la misma.
En cierta forma venía esperando tu muerte desde hacía un tiempo. Vos también la venías anticipando, nos la venías anticipando a nosotros cuando comenzaste a devolver las cosas que te habíamos prestado. Esas cosas que uno nunca devolvería porque casi se las ha apropiado. También empezaste a regalar cosas con un desapego inmenso. Ya habías empezado a darte cuenta de que lo relevante estaba en otra parte.
Cuando levanto la vista del escritorio, normalmente veo clavados en el corcho tarjetas, recordatorios de fechas, postales, imágenes. Pero a veces tomo distancia y miro el corcho. El corcho era tuyo, vos nos lo regalaste. Hasta nos regalaste las chinches que ahora usamos. En tu casa el corcho estaba casi pelado: tenía una foto de tu abuelo cuando era joven, y la palabra “PIPO” escrita por mí con las chinches. La “P” era apenas más que un triángulo con una línea, porque no alcanzaban las chinches para escribir bien las letras. Pero vos y yo sabíamos qué decía. Ahora las chinches están dispersas; no dibujan nada, no dicen nada, apenas sostienen los recordatorios, las postales, las tarjetas.

De amicitia (I)


Descubro la sensación cuando me encuentro haciendo algo que habitualmente no haría: escuchar completo un disco de The Who o Pete Townshend, preparar un asado de improviso, aunque sólo sea para Sofi y para mí, hablar con un amigo en común que me dice que se le ocurrió empezar a elaborar cerveza casera. A veces lo pienso por cosas que creo que te gustarían, pero que no llegamos a compartir: ¿qué hubieras dicho de Living in the Material World de Harrison, por ejemplo?
También está en las personas que me rodean, en las personas que te rodeaban: tu hermano el Tano, por ejemplo, que siempre había sido seco conmigo, y un poco irónico, de pronto se abrió con una ternura y un cariño del que nunca hubiera pensado que fuese capaz.
El Tano vino a mi último cumpleaños. En cierta forma era como tenerte de nuevo, recuperar esa forma de vos que hacía mucho tiempo que no veía: el chiste rápido, la carcajada franca, y hasta las mismas escenas intrascendentes de las mismas películas malas que sólo a vos te gustaban. Pero recuperar esa forma pasada de vos era también como marcar lo distante que estás. Los intentos de conjurar la soledad a veces agitan tanto el aire que lo hacen palpable.

26.11.10

Formosa duele

Formosa, "El imperio del verde", rezaba el logo de la campaña turística provincial. Como proponiendo a la provincia como una especie de Amazonas en miniatura, con algo de parque de diversiones y de zoológico para porteños y extranjeros. Una de las actividades sugeridas era el "Ecoturismo", que proponía el descubrimiento de un yaguareté, un tapir y un indígena toba o wichí como si todo fuera parte de lo mismo: algo lindo para ver de lejos, algo pintoresco siempre y cuando se quede allá, en su provincia, sin joder a nadie.

Me chocaron, aunque no me sorprendieron, las noticias sobre Formosa.
Hace unas semanas discutimos en mi clase de español para extranjeros sobre la (falta de) diversidad en Argentina, por el tema de los afrodescendientes y cómo se los invisibilizó históricamente. Y yo mencioné que en EE.UU. la tradición es que las minorías se juntan, pelean por sus derechos y por lo general los consiguen. Acá, en cambio, la tradición histórica es que las minorías se juntan, pelean por sus derechos y en general se las reprime o se las mata.

No me interesa idealizar a los Estados Unidos ni entrar en polémica de qué es "mejor" o "peor". Porque la corrección política también tiene sus aristas. Y porque en Estados Unidos también pasaron, pasan y seguirán pasando cosas similares a la de Formosa, aunque quizás no a cielo abierto como pasó en esa provincia. Lo cierto es que lo de Formosa me duele porque me toca más de cerca: porque con Sofi conocimos la zona, hablamos con los tobas, y pienso que quizás nuestro guía de aquella visita que hicimos a la comunidad puede ser ahora uno de los muertos. Las muertes no son casuales en estos casos, y hasta pueden estar dirigidas específicamente a quienes lideran las propuestas.

Aunque sea obvio, no me queda otra cosa que hacer que solidarizarme con la comunidad Qom en estos momentos.

12.11.10

Una historia personal de los Beatles y McCartney


Como me pasó con el recital de Queen, quizás este primer post deba ser, más que una reseña del recital de Paul McCartney (hay una mucho mejor y más completa en el blog Calico Skies), una historia personal de lo que significan para mí los Beatles, y lo que significó haber podido ir a ver a esta leyenda viva del rock.

Empecé a escuchar a los Beatles cuando estaba terminando el colegio secundario. En mi caso, fue más por tener conciencia de que era una banda que "había que escuchar", que por influencia de un hermano mayor (que no tengo), o de mis padres (que son poco musiqueros, y particularmente muy poco rocanroleros). En mi caso el primer disco, como el de muchos otros, fue Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, un disco que quizás esté un poco sobredimensionado por la crítica dentro de la discografía de los Beatles. Me gusta mucho, pero no me parece parejo. Creo que hay temas como "She's Leaving Home" o "Being for the Benefit of Mr. Kite!" que nunca me van a gustar del todo.
Le debo a mi primo Isidro el haberme prestado casi todos los discos de los Beatles. Me cuesta mucho elegir, pero yo diría que algunos de los que más me marcaron al escucharlos fueron Rubber Soul, Revolver, el "álbum blanco" y particularmente Abbey Road. Hubo un momento, hace algunos años, en que no dejaba de escucharlo. Todavía me impresiona su construcción (cómo cada cara del LP fue pensada como un todo), y las pequeñas joyas que contiene: además de "Come Together", "Something" y "Here Comes the Sun", otras menos conocidas, como "I Want You (She's So Heavy)" o esa sucesión de temas al final del lado B, todos enganchados desde "Mean Mr. Mustard" hasta "The End", con la coda de "Her Majesty".

Con Paul McCartney, en cambio, yo tenía muchos prejuicios de que lo que había hecho como solista era grasa o flojo. Algunos temas que conocía me daban la razón ("Ebony and Ivory", "Say, Say, Say", "No More Lonely Nights", etc.), otros me caían más simpáticos ("Hope of Deliverance", que pasaban incansablemente por la radio la última vez que vino).
Fue hace como cuatro años que enganché por la tele un recital de Paul tocando en Rusia extraído del DVD Paul McCartney in Red Square, tocando de día en las "noches blancas" de San Petersburgo, y me voló la cabeza. Había temas que nunca había escuchado ("Let Me Roll It", "I've Got a Feeling"), y dije: "Tengo que escuchar a McCartney". Dicho y hecho. Empecé con los discos en vivo (Paul is Live, Tripping the Live Fantastic, Back in the US, y esa maravilla oculta que es el Unplugged), y después con los discos de los 70s y los 90s. Todavía me abstengo del McCartney ochentoso, aunque algún día le voy a dar una oportunidad a esos discos.
Me gustan mucho, dentro de su discografía solista, Band on the Run, Flaming Pie y Run Devil Run. Aunque de a poco le fui tomando cariño también al disco Ram. Además, esos discos se fueron atando a los recuerdos de un viaje en el que escuchamos mucho a McCartney, por Mendoza, San Juan y Córdoba. Todavía tengo el recuerdo vívido de corear con Sofi "Mrs. Vanderbilt" y "Mamunia" en los alrededores de Villa General Belgrano.

Quizás eso sea lo que pasa con los Beatles y la música de Paul McCartney. De alguna forma, parecen haber tocado algo único en la vida de muchas personas. Eso equivale a que escucharlos no sea sólo apreciar su música, sino también revivir recuerdos específicos de momentos vividos, únicos y personales.
Se me responderá que esa es una característica de la música en general, y es cierto. Pero la popularidad y masividad de las melodías de los Beatles, su atemporalidad y eternidad a pesar de hallarse inscriptas en una época específica, y esa cualidad única que tienen de reunir a las distintas generaciones (abuelos, padres e hijos) hacen que, de alguna forma, todavía siga creyendo que el jueves fuimos a presenciar a una leyenda viviente.


18.10.10

Las ratas

Estoy releyendo, más o menos seis años después, la novela corta Las ratas (1943), de José Bianco. Recordaba el final, algunos detalles de los personajes, y la escena en el tren del capítulo XIII, que posiblemente podría haber sido omitida, y que sin embargo fue el detalle argumental que yo recordaba con mayor nitidez.

Cuando comencé la relectura comprobé con asombro la velocidad y el volumen con el que se olvidan las cosas. El desarrollo, los nombres de los personajes, y muchos aspectos de la trama, me resultaban totalmente novedosos. Era como estar leyendo una novela que me hubiese resumido otra persona.

Aunque no tengo ahora el mismo entusiasmo con el que descubrí este relato, me impacta cómo resuena en él la obra de Henry James, como si se entablara un diálogo velado que en su momento no tuve la perspicacia de advertir. Hay una frase del narrador que resume bien la novela, y que acaso podría ser el fragmento de un ensayo sobre James:
"Acaso la verdad sea tan rica, tan ambigua, y presida de tan lejos nuestras modestas indagaciones humanas, que todas las interpretaciones puedan canjearse y que, en honor a la verdad, lo mejor que podamos hacer es desistir del inocuo propósito de alcanzarla."

14.7.10

Asociación ilícita


Falleció el gran poeta platense Horacio Castillo. Pero lo que me llamó la atención no fue la nota en la web de La Nación sobre su muerte, sino los artículos que aparecen asociados a continuación. Así, mientras la nota se cierra con un fragmento del que sin duda es uno de sus mejores poemas, "Tren de ganado":

¿Era de noche o de día? ¿Estábamos vivos o muertos? Bebíamos al atardecer el vino de los ciegos, soñábamos todavía con un bosque de orquídeas. ¿Qué es aquello? Arena. ¿Qué es aquello? Niebla.

Le suceden, sin solución de continuidad:
A quien le interesó esta nota además leyó:
14.07.2010 | 05:30 | El look de Flavia Palmiero
13.07.2010 | 18:50 | ¡Estrellas en un flash!

25.6.10

Búsqueda del paradero de un docente

Copio este mail que me enviaron. Nunca se sabe...

"Querid@s colegas: Soy Licia Halfon, profe de la Escuela 1 del 8vo y me comunico con ustedes para pedirles ayuda para encontrar a nuestro compañero Alfredo Díaz, profe de Ed. Fìsica de mi escuela desde hace 20 años y también titular de la 6 del 11. El dìa martes 13 de abril estuvo en la escuela para pedir el memo e ir al Rawson porque le dolía la cintura y nadie más lo volvió a ver. Sabemos que fue al Rawson (así nos informaron allí mismo) y le dieron 3 días pero él no se comunicó con la escuela para avisar y desde ese día no sabemos más nada de él. No tiene familia ni parientes en esta ciudad. Le faltaba 1 mes para jubilarse y el 8 de junio hubiera cobrado su primer haber jubilatorio.
Ya se hizo la denuncia, fuimos a Defensoría del Pueblo de la Ciudad e inicamos una actuación, fuimos por supuesto a su casa pero allí no está y ni el portero ni los vecinos lo vieron desde hace mucho. También dimos aviso a UTE y a Adef y parece que Ute se va a ocupar del tema. Va a salir el aviso en búsqueda de personas canal 7, y no sabemos más a quien recurrir. Les envío dos fotos de él que tienen más o menos 1 año. Por favor reenvíenlo a sus contactos sobre todo si tienen mails de docentes de otrs distritos. ¡Necesitamos saber que le sucedió! Gracias."

24.5.10

Pan 100% de centeno

Hoy publiqué una entrada en mi blog literario, con un poema que habla acerca del pan de centeno. La contracara del poema es la receta de dicho pan. Aunque no es apto para celíacos, se caracteriza por tener menos gluten porque no posee ni un gramo de harina de trigo.

Pan 100% de centeno (Dan Lepard)
(Esta receta fue sacada de una página de Internet y ligeramente adaptada por Sofi y yo.)

La receta proviene de The cook’s book, un fantástico libro donde cada maestro hace un capítulo: Dan Lepard el pan, Ferrán Adrià las espumas, Pierre Hermé los dulces y tartas, etc. Totalmente recomendable.

Para la gelatina de la noche anterior:
150 g de agua hirviendo
25 g de harina de centeno

Para la masa (al día siguiente)
5 g de levadura fresca (creo que nosotros usamos más, unos 20 o 25 g, para intentar que
levara más el pan. La proporción habitual es 50 g por kilo de pan, cuando es de trigo.)
1 cda. de miel
1 cda. de melaza
80 g de agua a 20º
300 g harina de centeno clara, tamizada
7 g de sal

La noche anterior al horneo, echás el agua hirviendo en la harina y lo revolvés rápido hasta hacer una pasta que se vuelve gelatinosa. La dejás a temperatura ambiente toda la noche.
Al día siguiente, mezclás los ingredientes y amasás.
Nosotros siempre dejamos levar o “fermentar” el pan en un bol rociado con Fritolim o poquito aceite para que no se pegue, y cubierto con papel film o una bolsa. Se supone que el pan debe doblar su tamaño original, pero en el caso de este pan, es posible que eso no ocurra. Si tenés la suerte de que leve, debe levar dos veces. La primera, hecha un bollo, en un bol, más o menos una hora. La segunda, cuando ya le diste forma y lo pusiste en el molde en el que lo vas a cocinar, unos 20 o 30 minutos. En lo posible, en un ambiente cálido.
Lo horneás a 220º 20 minutos y luego otros 30-35 a 190º. Antes de meterlo al horno le podés espolvorear el salvado que obtuviste al tamizar la harina.

Nota: Nosotros compramos la harina de centeno en Haus Brot, que es de excelente calidad. Pero como lo hacen con el grano entero, entonces tiene harina y salvado. Lo que nosotros hicimos antes de empezar a cocinar, fue tamizar el centeno tratando de separar la harina (que es como un talco de color claro) del salvado. El problema es que comprando ½ kg de harina integral de centeno te quedan sólo 250 o 300 g de harina propiamente dicha. Si te falta un poquito, se puede completar con el salvado.
Es posible que en las dietéticas vendan directamente harina de centeno, sin el salvado, pero no estoy seguro.

Nota 2: A nosotros prácticamente no nos levó el pan, porque el centeno contiene muchísimo menos gluten que el trigo. Otras recetas que leímos utilizan masa madre, que es un proceso más complejo, que demora varios días. Además, ninguna de ellas indicaba cómo hacer la masa madre.
En todo caso, si no leva, podés intentar variar la receta usando distintos tipos y marcas de levadura, a ver si alguna de ellas “prende” mejor y el pan sale un poco más levado y esponjoso. Y si no, será cuestión de tostarlo para que quede crocante, tipo “biscotti”.

7.4.10

Nombres de calles: el nombre

Desde hace algún tiempo tengo un proyecto referido a rescatar de "la sepultura del olvido" los nombres de las calles de La Plata.
Esta ciudad es particular, entre otras cosas, porque la forma que tienen sus habitantes de nombrar sus direcciones y de orientarse difiere, en general, de cualquier otra que yo conozca. Una dirección en Buenos Aires indica nombre de calle, número, y por lo general barrio; para mayor orientación, se dice "esquina..." o "cerca de la avenida...". En La Plata, en cambio, es casi imprescindible dar el nombre de la calle, número, y las calles perpendiculares a la cuadra. Pero además, los nombres de calles se limitan a números, que en el casco urbano original se limitan a tener una o dos cifras, y fuera de éste adoptan las centenas, generando una saturación visual que sorprende a los que están desacostumbrados. Así, mientras una dirección de Buenos Aires puede ser:

Reconquista 341, 3º "A" (a 1/2 cuadra de Corrientes)

una dirección platense, en cambio, puede ser así:

47 nº 510 (e/ 5 y 6), 6º piso.

Para los que no conocen la ciudad o la recorrieron poco, se pierden las referencias porque nada indica en qué dirección corre 47, ni qué otras calles la cortan. Pero de a poco vamos entendiendo algunas reglas básicas: las calles que van de este a oeste (o viceversa) comienzan en 32 y llegan hasta 72; las que corren de norte a sur, en cambio, desde la vía de tren se cuentan como 1 y llegan hasta 31. Y además, por alguna misteriosa razón, la avenida 52 no existe más que en un pequeño tramo: en el resto de la ciudad es apenas una calle imaginaria que parte la ciudad en dos y marca el "eje histórico" de La Plata. Todo esto, sin mencionar las avenidas y las plazas, que dejo aparte para otro post de este blog.

Siempre me pareció que el nombrar las calles con un número equivalía a una pérdida; así, para mí el nombre "Aguaribay" tiene una resonancia particular e irrepetible, porque es la calle de la casa de mis viejos donde viví cerca de 20 años. Lo mismo ocurre con otras calles y avenidas; Medrano, la calle donde vivía mi primera novia; General Urquiza, la calle del amor que no fue. Siempre que se cambia de nombre una calle, avenida o estación, comienza la polémica, porque nombrar algo implica también una elección ideológica, estética, política: de ahí que algunos insistan con nombrar "Cangallo" a la actual Perón, o decir "Canning" en vez de Scalabrini Ortiz.
Por eso me llamaron la atención algunas placas antiguas ubicadas en edificios históricos de La Plata, que probablemente son tan antiguos como el edificio y como la ciudad misma. Eso me demostró que, alguna vez, estas calles numeradas también tuvieron nombres, aunque la aséptica tendencia higienista que diseñó la ciudad haya concluido por desinfectar los números de su nomenclatura original.

Estas son sólo algunas de las calles de las que fui encontrando los nombres, aunque pretendo ampliar la lista lo más que pueda, hasta dar con la nómina completa de los nombres de calle platenses:

Calle 6: Luis Ma. Doyhenard
Calle 44: Gral. P. Marcelino Ugarte
Calle 46: Corrientes
Calle 49: EE. UU. del Brasil
Calle 50: San Luis
Diagonal 80: Florentino Ameghino
Diagonal 78: Avenida Alvear

Nota final: como suele ocurrir con Internet, siempre hay alguien que hace las cosas antes y mejor que vos. En este blog encontré, de manera prolija y genial, muchísima información sobre los nombres de las calles platenses.

15.3.10

¿Ególatra yo?

"Ediciones Especiales se ha hecho fan de Ediciones Especiales y te ha sugerido que tú también lo seas."

(Uno de los mensajes a los que Facebook ya nos tiene acostumbrados.)

14.3.10

Antes y después de "El secreto de sus ojos"

Ojo: contiene "spoilers".
(Para los que no lo saben, "spoiler" es, en la jerga de las reseñas cinematográficas, esa información que te arruina la película contándote demasiado.)

Como suele ocurrir con mi relación con el cine, llego bastante tarde a los "estrenos". Pero en este caso, el "antes y el después" de El secreto de sus ojos no se refiere a la obtención del Oscar, sino más bien a lo que pensaba de la película antes y después de haberla visto.
Es inevitable que, con una película con tanta prensa, uno tenga una imagen previa de la película, con lo que imagina que ésta va a ser, y una imagen posterior. Por eso me gustó tanto cuando vi películas como Se arrienda (2005) o El árbol (2006), sin saber absolutamente nada sobre ellas. No hay nada para contrastar, ningún punto de referencia, y vos te entregás a la película sin saber bien qué esperar.
Por eso, ayer pensaba en la imagen que yo tenía de El secreto de sus ojos (2009) antes de haberla visto: pensaba en un policial, ambientado completamente en la época de la dictadura; creía que la escena en la cancha representaba el mundial '78; sabía que Francella no actuaba de Francella, que la película tenía una muerte, y no mucho más.
La película resultó ser un policial, sí, con más de una muerte –una como disparadora de la acción, la otra hacia el final–, pero ambientada en lo que fue el ocaso del peronismo de los '70 y el antecedente de la dictadura (el gobierno de Isabelita, el surgimiento de la triple A). Además, la otra cuestión que me pareció interesante es el ambiente judicial, más que policial, que rodea toda la película: las escenas en Tribunales, en los bares de la zona; los personajes, el lenguaje y las jerarquías legales. También es impresionante la larga escena (plano secuencia) en la cancha de Huracán, que empieza desde el aire y termina con una persecución policial.

Sofi, gran consumidora del género policial, fue la primera en decir que no le había gustado, que el final era "bizarro". Empezamos a charlar sobre la película hilando un poco más fino, y éstas son algunas de las conclusiones a las que llegamos.
El secreto de sus ojos es una película larga, quizás innecesariamente. Tiene muchas escenas hacia el final que intentan, a la vez, esclarecer completamente el crimen y mantener al público atado a la butaca hasta el final, jugando mucho con el recurso de la vuelta de tuerca.
Quizás el mayor punto débil la película sea que lo que da comienzo a la acción en el pasado, la violación y el asesinato de Liliana Coloto, impacta sobre el protagonista (Benjamín Espósito) de manera particular, y además éste se convence rápidamente de que los acusados son perejiles, y que el autor del crimen es un tal Gómez, por cómo está observando a Liliana en una foto. Cuesta creer que un empleado judicial, que ya debe estar acostumbrado a este tipo de casos, se obsesione lo suficiente como para ir hasta Chivilcoy, a dar con el paradero del tal Gómez. Hay, en todo caso, un funcionamiento ficcional de la trama, donde la credibilidad y la verosimilitud de sacrifican para privilegiar la sorpresa y el desenlace inesperado.

Dos tiempos se van entrecruzando en la película: el pasado del caso Morales y la pre-dictadura, y el presente en el que un empleado judicial recién jubilado quiere escribir una novela acerca del caso Morales. La película no juega con algo que hubiera sido, quizás, complejo y a la vez fascinante: la construcción del pasado como novela, como ficción (y que a la vez habría justificado los elementos poco verosímiles de la trama). Hay sólo una parte en que el personaje de Irene cuestiona los hechos tal como los narra el protagonista, por considerarlos inexactos, pero Espósito se planta sosteniendo que fue así como ocurrieron. Me parece que justamente hubiera sido interesante pensar en el relato del pasado como una construcción provisoria y ficticia, creada por el narrador (Espósito) para explicar lo inexplicable.
Espósito no puede ejecutar satisfactoriamente su novela, que otro de los personajes define como "un memorándum largo", justamente porque es incapaz de despegarse de los hechos tal como ocurrieron. En otras palabras, la "novela" no es ficción, sino simplemente un relato autobiográfico, y para terminarla Espósito debe averiguar fehacientemente cuál fue la verdad (los hechos) del caso. Me parece que esa es la razón por la que no alcanzan los relatos de segunda mano (Morales contando cómo asesinó a Gómez, el violador y asesino de su mujer), sino que el protagonista se ve obligado a volver y ver, con sus propios ojos, que Gómez está vivo, prisionero para siempre en una especie de "prisión perpetua" casera ideada por Morales. Cuesta creer, por otra parte, que un represor con poder como Gómez pueda desaparecer sin que luego los militares diesen con su paradero.
La escena, casi al final, en la que Espósito vuelve en el auto y piensa en lo que Morales acaba de contarle, incluso abre un espacio para conjeturar que todo ha sido una equivocación: Morales mató a su mujer, y lo único que hizo Espósito durante su búsqueda fue encubrirlo involuntariamente. Pero rápidamente esta posibilidad –que hubiese requerido cambios en la trama para evitar contradicciones– desaparece.
En una primera lectura, pienso que la película ganó el Oscar porque, al igual que La historia oficial, se mete con el tema de la dictadura (aggiornado), y además porque, como muchas películas yanquis, explica demasiado y le sobran minutos al final.

8.1.10

Wakefield

En noviembre presenté en las XLI Jornadas de Estudios Americanos (entiéndase "Estadounidenses") una ponencia/ensayo sobre "Wakefield", el cuento de Hawthorne. Había dudado mucho en hacerlo, porque me parecía poco académica: casi no tiene citas de autoridad, y es un recorrido textual más de disfrute que de análisis, me parece a mí. Por eso me sigue gustando a pesar de que lo escribí hace por lo menos tres años, o más.
Cuando presenté el trabajo, dije que el personaje de Wakefield "me persigue desde hace algún tiempo". Efectivamente, el año anterior había leído La habitación cerrada, de Auster, y me había resultado perturbadoramente similar a "Wakefield", aunque no sabía si era intencional, o si era mi propia obsesión la que me hacía ver Wakefields por todas partes.

Quizás en ese momento no lo sabía, pero hace poco me di cuenta de que lo que me persigue no es el enigma de por qué Wakefield abandona a su mujer. Por el contrario, tomé conciencia cabal de que siento una identificación profunda con ese personaje irresoluto y especulativo que aparece al comienzo del cuento y después se esfuma. La inacción y pasividad de Wakefield, su estatismo cuando sabe que las cosas van a abalanzarse sobre él, es lo que me identifica. Sólo ahora se me ocurre que quizás el drama de Wakefield es que no sabe qué hacer, y sólo resuelve la situación (toda situación) a las apuradas y sobre la marcha. Tal vez por eso pasa veinte años fuera de su casa y cree que transcurrió apenas una semana.
Hice una lista de cosas a hacer cuando estuviera de vacaciones, y ahora que lo estoy, hay cosas en la lista que aún no hice y que sigo posponiendo. No creo que sea porque no quiero hacerlas: simplemente, como Wakefield, espero que las cosas se abalancen sobre mí, que literalmente me caigan encima. Como un muro, siempre hay algo que se pone delante de mí antes de que pueda realizar "eso que tenía que hacer". Como la entrada que estoy escribiendo en este blog, que se me impuso por sobre otras cosas sin duda más urgentes.

6.1.10

Digo yo...

...¿Esta payasada de que Ricardo Fort esté las 24 horas en tevé, no será sólo una campaña pergeñada por FelFort para vender un poco más de Marroc, Dos Corazones y chocolatines Jack?

Algunos ejemplos burdos:
"Ricardo Fort llora a Sandro"
"Fort le canta a su madre"
"Ricardo Fort fue a ver a Gasalla y revolucionó el centro marplatense"
"Hadad no pudo resistirse al encanto de Fort"
"Encuentro exclusivo: Mickey Rourke-Ricardo Fort"

(A propósito, escuché que va a salir un chocolate Jack ¡con una figura de Ricardo Fort!)
Por si fuera poca la tautología, la playa del millonario en Mardel se llama "FortBeach", y su obra de teatro, "FORTuna".

Otro titular notable, en "Un mundo perfecto", el programa de Pettinato: "Hace 10 minutos que no mencionamos a Ricardo Fort".
De todos modos, la palma se la lleva esta frase de Moyano: De Narváez "sería la versión colorada de Ricardo Fort".