31.12.07

Mendoza-Chile

Buscando, cortando, pegando y dando sentido a la información turística que Sofi y yo fuimos recabando de Internet para nuestro cercano viaje a Mendoza (cuyo relato iremos posteando en nuestro blog viajero), de repente me viene un recuerdo, todo junto, como una gran escena proustiana.
El párrafo que estaba leyendo era el siguiente, acerca del túnel que conecta la provincia de Mendoza con Chile:

"El Túnel del Cristo Redentor mide unos 3 km de largo y está a 3.185 m de altitud, razón por la cual casi todos los inviernos suele quedar taponado por las nevadas durante algunos días. Desde hace años se habla de construir un túnel más largo y más bajo que fuera siempre transitable. Al otro lado del Túnel, a pocos kilómetros, se encuentra el Complejo Aduanero Los Libertadores, donde se realizan los trámites de salida de la Argentina y entrada a Chile; allí está el Centro de Deportes Invernales El Portillo y, poco después, los espectaculares Caracoles a través de los cuales se desciende hasta Juncal. La ruta es angosta, sinuosa y muy transitada hasta la ciudad de Los Andes, donde comienza la autopista a Santiago de Chile."

Y entonces me viene de golpe, a mí que creo que "no conozco" Mendoza sólo porque no he recorrido la provincia lo suficiente, una imagen de la infancia que transcurre precisamente en Mendoza.
Estábamos viajando al centro de esquí de Portillo (Chile), y quedamos varados varias horas antes del cruce internacional, justamente porque el Túnel de Cristo Redentor estaba tapado por la nieve. Yo tenía 7 u 8 años, pero recuerdo la escena con bastante nitidez: transcurría con un fondo totalmente blanco por la nieve, seguramente mi hermana y yo jugábamos con los hijos de otros turistas argentinos que viajaban en el micro junto a mis viejos. Todos habíamos bajado del ómnibus a una especie de cafetería, pero esperábamos afuera. No recuerdo si hacía mucho frío o no, si nos calentaba el sol o la nieve lo cubría todo, pero había un perro San Bernardo y yo me sentía como en un dibujo animado o en una película, con la nieve y ese perro al lado. En cierta forma, esto le otorgaba a la escena más realidad, porque de chicos frecuentemente confundimos y mezclamos las difusas fronteras de la realidad y la ficción.
Había un montón de piedras en el camino y yo había agarrado una que me parecía especial, convencido de que ésta –debido a su forma, a su tamaño, a su color– condensaba de manera particular toda la escena, y se convertía por obra de mi elección en un recuerdo, un souvenir. Se la mostré orgulloso a mi viejo, y él la vio y me dijo "Mirá", con una expresión que indicaba que iba a mostrarme algo interesantísimo. Tomó la piedra, estiró hacia atrás el brazo y la tiró con todas sus fuerzas, lo más lejos que pudo. Yo pegué un grito, pero ya era demasiado tarde: la piedra estaba perdida para siempre, y quizás también la escena y el recuerdo.

Muchos años después, hoy, ahora, buscando información de lugares que en apariencia no tienen nada que ver con Portillo, ni con todos los recuerdos que tengo de la temporada de esquí que pasamos allá, comprendo que el recuerdo se conservó por azar en mí, en eso que Proust ha llamado la memoria involuntaria, mucho mejor que lo que hubiera podido hacerlo uno de esos tantos objetos que conservo quién sabe para qué.

22.12.07

¡Dígame Profesor!

El principio del fin, que le dicen.

El miércoles pasado rendí Literatura Francesa, que venía preparando desde mitad de año. Mi intención inicial había sido rendir en septiembre, pero realmente eran muchos libros largos, y la mayoría me habían quedado sin leer de la cursada.
Así que durante la segunda mitad del año, mis ratos libres en trenes, fines de semana, consultorios médicos, se fueron repartiendo entre El extranjero y La caída de Camus, Rojo y negro de Stendhal, Madame Bovary de Flaubert, El tiro de gracia de Yourcenar, entre otros.
La última semana de estudio fue muy intensa, pero por suerte llegué a preparar bien mi tema y el final transcurrió con relativa soltura.

Desde hacía un tiempo ya que venía calculando cuánto me faltaba para recibirme, porque una de las consecuencias de nuestro libremente "electivo" Plan de Estudios, es que nadie sabe nunca cuánto le falta para terminar, cuántas materias debe cursar, ni mucho menos en qué orden. Me parece que el hecho de que muchos tarden (bah: tardemos) tanto en recibirnos, está vinculado bastante con esto.

Como hay pocas materias de diferencia entre el Profesorado y la Licenciatura (concretamente, las dos materias didácticas vs. dos seminarios de grado), la mayoría de los estudiantes de Letras hacemos el "esfuerzo" y después pedimos los dos títulos. Con Literatura Francesa aprobada, puedo empezar a tramitar el título de "Profe", y ahora me faltaría aprobar dos materias más (una, con examen oral; la otra, con monografía) para recibirme de Licenciado y terminar de una vez la carrera.

Para que no hubiera malentendidos, decidí que no iba a festejar formalmente esta recibida, porque en realidad me faltan las otras dos materias para terminar la carrera. Además, al ser examen oral, no tenía idea a qué hora me iban a tomar, ni tampoco cómo me iba a ir (aunque, seamos sinceros, aprobar pensé que aprobaba). Pero cuando volví a casa, mi recientemente recibida, hueveada y enchastrada hermana comenzó su venganza, amenazando que me iban a huevear. Mi vieja, mi hermano Facu (y de colado, su amigo Lucho) contribuyeron a la enchastrada, porque de prepo me tiraron huevos, mostaza, ketchup... Y lo peor de todo: chimichurri en la cabeza. Así que me tuve que cortar el pelo, porque no me causaba mucha gracia andar sacándome ají, orégano y salsa provenzal del cuero cabelludo.

Acá, algunas postales de la enchastrada, como preparación para la gran recibida que, espero, será el año que viene.



Actualización de 2010: Evidentemente, tardó mucho más que lo calculado, y pasaron muchas cosas importantes en el medio, pero me alegra poder decir que ¡me recibí de Licenciado! Para variar, tenía que pensar que se me vencía la última monografía para hacerla. Y además, fue gracias a un malentendido: me apuré porque pensé que se me vencía en julio, cuando en realidad tenia tiempo hasta marzo de 2011. En fin: ya está. ¡Ahora sólo queda festejar...!

5.12.07

Bookends


Últimamente estoy escuchando mucho este disco. Aunque suene a cliché, es cierto: ya no se hacen discos así hoy en día. Por empezar, porque es impensable que un disco tenga una duración tan corta: sólo 29:48, menos de media hora. Y sin embargo, tiene 12 temas, un número bastante estándar para cualquier disco, y recorre una gran variedad de géneros y melodías.

Tuve mis idas y vueltas con Simon & Garfunkel. Cuando era adolescente, el Simon & Garfunkel Collection era uno de los pocos CDs que había en casa, y lo escuchaba bastante. Me gustaban los temas más conocidos: "Mrs. Robinson", "Cecilia", "Homeward Bound", e incluso el meloso "Bridge Over Troubled Water", que ahora me resulta más difícil tragar.
Después vino el fanatismo por las "grandes bandas" del rock (Led Zeppelin, Queen, Beatles, etc.), y el dúo S & G me resultaba, a lo lejos, un poco tonto y elemental. Pero el primer redescubrimiento fue cuando escuché a Yes interpretar una versión extraordinaria del tema "America". Y hace poco encontré el disco Bookends en casa, que tenía visto pero que nunca escuchaba porque me gustaba más Collection. Empecé a escucharlo y me atrapó cada vez más: en su simplicidad, me parece un disco increíblemente variado y complejo, muy a tono con lo que estaba pasando en la música (y en el mundo) en ese momento: pleno auge de la psicodelia y el hippismo, primeros discos de los Doors y de Pink Floyd, White Album de los Beatles... en fin.

Hay cosas que se perdieron en el tránsito del LP al CD. Como Abbey Road de los Beatles, como Queen II de Queen y muchos otros vinilos más, este disco estaba pensado en dos unidades. El lado A abre y cierra con el bellísimo "Bookends Theme". La segunda parte tiene una muy linda poesía, que conocí antes de escuchar la canción, porque figura como epígrafe en el cuento "Un color sepia" de un autor argentino casi desconocido, Marcelo Aebi:

Time it was
And what a time it was
It was
A time of innocence
A time of confidences
Long ago... it must be
I have a photograph
Preserve your memories
They're all that's left of you

El lado A me parece más compacto y experimental a la vez, porque temas de gran calma, muy acústicos (entre los que destacan "America" y "Overs"), se ven interrumpidos casi violentamente por "Save The Life Of My Child", y la peculiar "Voices Of Old People". Creo que poca gente reparó en el hecho de que, mucho antes de Dark Side of the Moon, S & G ya había incluido un tema que está íntegramente compuesto por voces de personas viejas.
El lado B es más power, tiene temas mucho más directos, pero quizás por eso mismo puede llegar a cansar más rápidamente. Quizás el tema más flojo sea "Punky's Dilemma", pero el resto no tiene desperdicio. "Mrs. Robinson" y "A Hazy Shade of Winter" son muy pegadizos. Además, siempre me fascinó esa especie de fábula absurda que es "At the Zoo":

The monkeys stand for honesty
Giraffes are insincere
The elephants are kindly but they're dumb
Orangutans are skeptical of changes in their cages
And the zookeeper is very fond of rum

Zebras are reactionaries
Antelopes are visionaries
Pigeons flocked in secrecy
A
nd hamsters turn on frequently
It's a cast you have to come and see
At the zoo-

Por alguna razón, siempre que veía la tapa de este disco y su título, asociaba Bookends con el final de algo: como un libro o un diario íntimo que uno termina, dejando en su lugar un vacío y una nostalgia. Hace poco se me ocurrió buscar la palabra en el diccionario y descubrí que significa, prosaicamente, apoyalibros. Francamente, sigo prefiriendo mi propia definición: creo que define mucho mejor el sentimiento que te deja este gran disco cada vez que termina.

24.11.07

¡Cordel verde a estrenar!

Hoy se realizó el XIV Batizado, una ceremonia que lleva a cabo todos los años la Asociación Argentina de Capoeira. Estuvo muuuuy bueno: hubo danzas afro, maculelé (una recreación de la capoeira antigua, pero con palos en vez de machetes), y mucho axé en todas las rodas.
Finalmente, pude darme el gusto y pasar de "zero" a cordel verde, que es algo así como la iniciación a la capoeira: se supone que tenés que jogar con el instructor, profesor o formado que te toque, hasta que él te tira al piso. Me tocó jogar con Dendé, el hermano de Beto (Galo Cego), el instructor con el que entreno.
La jornada cerró con una banda de percusión, y todos nos enganchamos bailando, jogando capoeira o simplemente moviendo el esqueleto.
Además, por suerte nos tocó un día espectacular en el que no hizo demasiado calor. Acá, una foto (ya en casa) que recuerda el evento...

18.10.07

Guarda que se acaba...

Desde hace algún tiempo tengo una teoría con mucho de arbitrario y poco de comprobable, acerca de algunos discos que me gustan. La idea es que existe una serie de temas, con características más o menos comunes, que yo llamo "temas para ir terminando". No se trata del tema que abre ni el que cierra el disco; tampoco pueden ser temas editados como cortes comerciales (singles o "sencillos"). Son, por el contrario, canciones que uno descubre después de mucho tiempo, y cuya falta no sentiríamos del todo si nunca hubieran estado ahí. Pero de algún modo hacen posible el tránsito por el disco enriqueciéndolo. Hacen que de un tema conocido a otro quede algo en el medio, que de algún modo aporta una nota y un sabor distinto sobre lo escuchado.
La siguiente es una lista (arbitraria, por supuesto) de ejemplos de lo que digo:

- Beatles, "If I Needed Someone" en Rubber Soul.
- Beatles, "Cry Baby Cry", en el White Album.
-
Queen, "Funny How Love Is", en Queen II.
- Queen, "Good Company", en A Night At The Opera.
- Queen, "Drowse", en A Day At The Races.
-
Led Zeppelin, "Boogie With Stu" y "Black Country Woman", en el disco 2 de Physical Graffiti.
- U2, "Ultra Violet (Light My Way)" y "Acrobat", en Achtung Baby.
- Radiohead, "Sulk", en The Bends (éste es el tema que dio origen a la teoría).

Se me ocurre una primera objeción para mi propia teoría. Muchos de los ejemplos que di son discos que fueron editados originalmente en vinilo, y por lo tanto tienen dos lados (A y B, o 1 y 2). De ahí que necesariamente la impresión mental y acústica que deja un disco entero no sea la misma que la que deja un "lado": se supone que, si uno escucha un CD entero, al ser éste más extenso habrá un cansancio mayor del oyente, una distracción asegurada. O sea que lo que en un CD puede parecer un tema "para ir terminando", quizás en un vinilo no lo sea tanto.
La segunda objeción es que no pude encontrar ejemplos de lo que digo en el rock nacional (ni en un género que no sea el rock, si es por eso). Supongo que se debe a que no le di suficientes vueltas al asunto como para encontrar ejemplos universales y hacer más creíble mi hipótesis.

(Ejemplos, contrajemplos y discusiones sobre esta teoría son ampliamente bienvenidos.)

17.10.07

"Encuentre" las 7 diferencias /3

El que acierta, se gana un ejemplar del volumen UBA Factory (Foto: ?).

"Encuentre" las 7 diferencias /2

El primero en descubrirlas se gana un ejemplar autografiado del cuento "Las dos" (Foto: Marianela P.)

"Encuentre" las 7 diferencias

El primero en descubrirlas se gana tres boletines sobre Planes de Estudios... (Fotos: "Rufián Melancólico")

15.10.07

Encuentros cercanos del Tercer tipo /Segundo día

Mi intención para el viernes 12 era levantarme a eso de las 10:30 (me había acostado como a las 4:30, y venía con el cansancio acumulado del viaje + el primer día del Encuentro), pero como a las 9:30 los ruidos del gimnasio y el vestuario que se encontraban debajo de nuestros cuartos me despertaron. No había más remedio. Me levanté, y creo que también levanté a medias a mi paciente room-mate, Claudio.
Me afeité como pude (al igual que los bidets, la coexistencia de agua caliente y un espejo es un lujo pocas veces visto en la mayoría de los lugares, así que no tuve más remedio que afeitarme "a ciegas" bajo la ducha), y me puse un poco más de pilcha que la habitual, porque ese día me tocaba exponer mi ponencia.
Llegué a eso de las 10 o 10.30 a la Facultad, desayuné rápido en el buffet, pedí agua para mate y pude escuchar la última de las ponencias de la mesa sobre educación, y la discusión que hubo a continuación.

Dos expositores de la mesa sobre educación (No comment!). (Foto: Luisa F. L.)

A continuación fui al Taller de Teoría Literaria. Me pareció que le faltó un "rumbo", por decirlo así; creo que quedó demasiado sujeto a los vaivenes y las opiniones de lo que cada uno decía.

El Taller de Teoría Literaria, con otro cameo. (Foto: Mendoza's)

Después hubo un receso para el almuerzo (¡y acá, nuevamente, los compañeros cuyanos estuvieron más hábiles que nosotros, porque establecieron un tiempo realista para almorzar!). Conocimos el baratísimo y muy completo comedor de la Universidad, en el que por $2,90 podías hacerte de dos platos y una fruta... ¡ideal para los estudiantes de otras provincias que veníamos alimentándonos a puro mate, galletitas y sándwiches...!

El comedor de la UNCuyo. (Fotos: Lucía D.)

Aproveché el receso del almuerzo para comer y terminar de adaptar mi ponencia para la oralidad, porque me tocaba exponer en la mesa de las 15.45. Me tocó exponer junto a Diego Antico, un compañero de la UBA a quien no conocía, que presentó un trabajo sobre Ranqueles de Mansilla. No voy a hablar sobre cómo salió lo mío (¡para eso está el espacio de los comments de este blog...!), pero en líneas generales quedé muy contento. Eso sí, creo que me excedí bastante con el tiempo, porque mi ponencia era larga. Me parece que la charla posterior a la exposición, aunque breve, también fue muy rica.

Leyendo/exponiendo fuera de foco, como Robin Williams en "Los secretos de Harry". (Foto: Marianela P.)

Agotado por la exposición, para reponerme salí a tomar mate a la terracita que tiene la Universidad, y debo decir que al instante apareció bastante gente para ocupar su lugar en la ronda. (Creo que hasta cebábamos dos mates a la vez para que no se hicera tan largo.)

Alfredo M., un bon vivant que sabía disfrutar del solcito de la tarde. (Foto: Mendoza's)

Ese día cerró con una mesa sobre blogs, revistas y editores independientes. Eso sí, la noche recién empezaba... A lo largo de la tarde, un grupo de estoicos jóvenes encabezados por Guido M., preocupados exclusivamente por el bienestar etílico de la comunidad cuyano-porteña, se comisionó para juntar plata e ir a un hipermercado a comprar suficiente alcohol para la peña o kermesse que habría esa noche, y que ya venía organizándose via mail antes de que comenzara el Encuentro. (Nuevamente, acá no tengo más que palabras de agradecimiento para l@s mendocin@s, por lo bien que salió todo esa noche...!)


Después de la clásica secuencia de vuelta al Polideportivo-baño (¡otra vez, no todos!)-pedido de miles de taxis que increíblemente llegaban-salida a buscar algo para comer en el Centro, los grupos se fragmentaron de manera más radical que la noche anterior. Yo estaba en un grupo que recorrió absurdamente la ciudad en pos de referencias vagas, mensajéandose con gente que ya había comido (!), hasta que finalmente anclamos nuestros cuerpos en una pizzería recién abandonada por compañeros que nos indicaron que "se podía" comer ahí.
Nos tocó un mozo simpatiquísimo que la remó muy bien por su propina, y comimos pizza con cerveza (más algunos disidentes que se pidieron sus sándwiches).

El Rufián, Diego A., Exequiel A., Caro P., Seba H., quien suscribe, Ceci E. y Marianela P.
¡Qué temible equipo de comensales!
(Foto: El mozo remador)


Habiendo cumplido con el ritual alimenticio, orientamos nuestros ahora satisfechos cuerpos a una suerte de Club o Casa de la cultura (sí, yo tampoco lo creo pensándolo restrospectivamente) donde se desarrolló la peña/kermesse/show de talentos que nos ocupó durante esa noche...

Para los que llegamos temprano, hubo bastante tiempo de ponerse "a tono" hasta que la cosa comenzara. En mi caso particular, en el momento en que me tocó subir al escenario para abrir la tertulia literaria con algunos cuentos cortos, ya tenía tres fernet en mi organismo (dos Branca, y un Cinzano), así que dudo que se hayan entendido. Un tal Hernaiz me gritó "Seinfeld!" desde el público, porque parecia más un cómico de un stand-up show que un literato (creo que hasta leí con tono cómico textos que no lo eran...).

Postales del Fernet...! (Marianela P., Anahí B., quien suscribe.) (Autofotos con la cámara de M. P.)

La velada continuó con una presentadora cada vez más animada por el contexto y el vino local; hubo mucha poesía, y también música, con un cierre estelar a cargo de nuestra revelación musical del viaje: Pedro Ferdkin (aunque hay que decir que Mariano R. también se defendía, che).

Un peruano, una militante, un poeta porteño y una chica pop bailando la chacarera. Si esto no es posmoderno, muchachos, entonces explíquenmelo de nuevo porque no lo entendí... (Foto: Luisa F. L.)

Final a todo trapo a cargo de Pedro Ferdkin y nuestra presentadora, Javiera P. S. (Foto: Mendoza's)

Aún cuando tuvimos que irnos, las intenciones de seguir con la joda siguieron: un grupete se quedó en la Plaza hasta que cayó un policía a echarlos; otros, en cambio, nos desalentamos por el hecho de que a eso de las 5 ya no vendían alcohol ni siquiera en los bares (y la imagen que me viene a la mente de Julio, nuestro "Messi" del grupo viajero, resignándose con su licuado de frutilla, es francamente enternecedora...).

Debo haberme acostado a eso de las 5.30 o 6. Por ese motivo, quienes tenían que levantarse temprano al día siguiente para exponer su ponencia o comentar la de otros, merecen mi más sincero respeto y consideración.

Los que realmente laburaron esa noche: nuestros anfitriones. (Foto: Mendoza's)

Encuentros cercanos del Tercer tipo /Primer día

El viaje resultó ser bastante más largo de lo que habíamos calculado. Salimos a las 21.30 de Puan y llegamos a eso de las 13 al polideportivo de la UNCuyo, donde nos alojaríamos.

El Polideportivo de la UNCuyo donde nos alojábamos (Foto: Alejandro S., el "Rufián Melancólico")

Instalarnos, ir a la Facultad de Filosofía y Letras donde se realizaba el Encuentro y comer algo a modo de almuerzo nos llevó como una hora más, así que recién pudimos empezar a asistir a las mesas que empezaban a las 15. Por suerte los horarios habían sido reprogramados, porque nos hubiera sido imposible llegar a las mesas de las 9 de la mañana que figuraban en el primer cronograma (y en la que además alguno de nosotros hubiera tenido que exponer).


La Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo (Foto: Lucía D.)

Como suele ocurrir en los Congresos, Jornadas o Encuentros, inevitablemente uno elige. No podés ir a todas las mesas porque muchas veces se superponen, y también porque uno se agota después de escuchar muchas mesas seguidas. Los estudiantes de la UBA, además, estamos malacostumbrados a matear, tomar, comer (y hasta hace poco tiempo, fumar) en clase, un poco por aquel argumento de "qué le hace una mancha más al tigre". Esto no se podía hacer en la UNCuyo (era comprensible, por otra parte: ¿dónde viste un parquet así en Puan?), así que los recreos entre mesa y mesa quizás se prolongaban más de lo debido en algunos casos. Igualmente, creo que lo que marcó un gran avance con respecto a los anteriores Encuentros fue la insistencia en que se expusiera la ponencia en lugar de leerla. Así la mayoría de las exposiciones resultaban más claras y fáciles de seguir en casi todos los casos.

Con respecto al debate, creo que a veces la discusión alcanzaba un cariz demasiado personal. Me parece que es necesario tener en cuenta un "ida y vuelta" a la hora de criticar o ser criticado: por un lado, al considerar que (como decía Ceci) en última instancia y más allá de lo que se discuta, siempre hay una persona que es la que tiene que escuchar y ponerle la cara o el cuerpo a la crítica; por el otro, para tratar de abstraerse de la crítica como si se tratara de una ofensa personal. Es un equilibrio frágil que no siempre se logra, y que quizás se vio quebrado al principio del Encuentro. Me parece que, a medida que éste avanzó, fuimos alcanzando este equilibrio de "criticar sin ofender" que a veces resulta tan difícil.
Algo que sí eché de menos respecto de Encuentros anteriores era una participación más activa por parte del comentador como un interlocutor más en el diálogo y la discusión, al menos en las mesas en las que estuve presente. Y creo que no hay que perder ese espacio para el debate y el comentario posterior, también desde el cronograma y la planificación de los horarios.

Me parece que también hubo dos cosas que fueron cambiando a lo largo de los tres días del Encuentro: nuestra relación con los dueños de casa, y con nosotros mismos como grupo. Quizás tardamos en entender el esfuerzo que implicó la organización de estas jornadas con casi todo en contra (a nivel institucional, político, e incluso desde la (falta de) participación misma de otros estudiantes de la UNCuyo), pero una vez que eso quedó claro, me parece que hubo una voluntad más fuerte de acompañar ese esfuerzo. Otra cosa a destacar fue la participación activa de la gente que asistió al Encuentro: me atrevería a decir que nadie fue a Mendoza "a pasear, conocer las bodegas y de paso leer una ponencia en un congreso", sino que hubo un involucramiento fuerte y un interés genuino, motivados –a mi entender– por el hecho de que éste no es "un congreso más". Creo que, en la medida de nuestras posibilidades, estamos tratando de devolverle el sentido a algo que lo había perdido.
Como grupo no funcionamos de un modo homogéneo, y eso me parece un buen síntoma, porque marca el recambio y la renovación de un proceso. (Creo que hay que leer y entender del mismo modo el hecho de que los amigos chaqueños hayan tomado la posta.) Más allá de eso, la buena onda que se generó y que claramente continúa "post-Encuentro", terminó por constituirnos como grupo, aunque fuera heterogéneamente.

El Taller de Planes de Estudios que dio cierre al primer día, antes de que nos echaran debido al horario.
Nótese el cameo de Lucía y quien suscribe consumiendo budín y mate para paliar el hambre acumulado...
(Foto: Mendoza's)

Esa noche, agotados por el viaje y por un día intenso, nos dirigimos al Polideportivo para bañarnos (¡algunos de nosotros, al menos!). Después no tuvimos más remedio que ir para el centro de la ciudad, porque en el campus no quedaba ningún lugar abierto donde comer algo. Además, a partir de las 22 no pasan más colectivos, así que tuvimos que pedir ¡11 taxis! (todos a nombre de "Carlos"), y comprobamos con consternación que éstos llegaban todos juntos, en un esfuerzo nunca antes visto de sincronización.

Ya en pleno centro, nos dividimos en dos grupos: el cárnico y el pizzero. El grupo cárnico se alimentó de sendas parrilladas y un vino bastante malo; el otro, de una pizza que dejó muy malas secuelas a todos los que lo padecieron.

Los dos flancos del "grupo pizzero" (Fotos: Marianela P.)

Después de comer, fuimos un poco erráticamente a una fiesta sobre la que nos habían hablado las chicas mendocinas, que quedaba en una tal "Casa Amerika". Era algo así como un centro cultural que funcionaba en una vieja estación de tren.

Singin' in the rain (y yendo a quién sabe dónde). (Foto: Luisa F. L.)

Lloviznaba. Cuando llegamos a la vía, vimos a lo lejos y junto a la estación una gran fogata. Alrededor de ella se agrupaba un grupo de gente, pero por la distancia era imposible saber quiénes y cómo eran. Así que, como "coordinador", hice lo que cualquier otro hubiera hecho: ¡dejar que se acercaran los demás primero! Creo que hasta me dio un poco de miedo acercarme al lugar, pero entre todos estábamos envalentonados porque éramos un grupo numeroso.
Lo más extraño fue que, al acercarnos al fuego, nos enfrentamos al otro grupo como si se tratase de los dos bandos de West Side Story, o como en alguna vieja historia de orilleros de Luis Pereda. Pegamos una vuelta alrededor de este grupo y entramos directamente a la vieja estación, como quien no quiere la cosa.
Fue gracioso que nuestra llegada casi provocara la fiesta, porque de golpe llenamos un lugar que estaba semi-vacío. De a poco los DJs iban poniendo reggaeton y cumbia, siempre en versiones más bien lentas y pesadas, casi hipnóticas.

Por alguna razón se me había ocurrido llevar una botella grande de agua, y como no había más barra que unos pocos vasitos de vino salidos de quién sabe qué damajuana, finalmente todo el mundo acabó pidiéndome agua, como si se tratase de una rave o un Creamfields a plena pastilla y pepa (!).

"Casa Amérika" (Fotos: Luisa F. L. y Marianela P.)

Salimos de esa fiesta y algunos de nosotros aún tuvimos espíritu para dirigirnos a un bar donde nos encontramos con algunos de los chicos mendocinos. Apenas me senté pensé en lo bueno que sería tomar un fernet, solo para enterarme de que... ¡no tenían! Tuve que conformarme con un par de vasos de cerveza "Andes".
Me acosté tarde esa noche, pero no tanto como al día siguiente. Tendría que esperar al viernes para desquitarme con el affaire fernet...

Encuentros cercanos del Tercer tipo /Previa

La semana última fue una locura.

En la primera reunión "pro-viaje" que hicimos para organizar el viaje al III Encuentro (hace varios meses ya), acepté hacerme cargo de armar la lista de gente interesada en viajar a Mendoza, sin imaginar lo que asumía con una tarea que parecía tan sencilla. La verdad que el bombardeo de mails a lo largo del último mes, y sobre todo de las últimas semanas, me robó bastante tiempo, con el agravante de que chequeaba, diariamente y más de una vez, dos casillas de correo: la mía y la del Encuentro. Otro problema que tengo es que no soy de contestar muy escuetamente: me gusta que las oraciones sean mínimamente legibles y tengan cierta coherencia. Así que más tiempo aún.
Para colmo, no todos los que viajaban se alojaban en el club universitario que pusieron a nuestra disposición los mendocinos, ni viceversa. Y además estaban los que viajaban "sólo ida" o "sólo vuelta": más problemas aún, que sólo pude resolver llevando a extremos poco vistos mis (ya presentes) tendencias obsesivas*.

Las dos grandes cuestiones previas fueron el tema de conseguir un micro barato y hacernos de la plata con la que la Facultad financió una parte importante del viaje (casi el 70%, si vamos a la crudeza de los números). Por suerte todo terminó saliendo bien: el micro era bueno, aún a pesar de su precio accesible, y la plata se pudo cobrar el lunes y así apaciguar las ansiedades que había en torno al viaje.

Después de un día larguísimo en el que di clases de inglés y mi primera clase de español, me apersoné por Puan el miércoles pasado a eso de las 20 (listas de viajeros en mano), y una vez que llegó el colectivo y le entregamos al dueño de la empresa el grueso del pago, me planté junto a la puerta del bondi para controlar quién entraba, quién faltaba y quiénes todavía tenían que pagar su viaje. Haciendo de algo así como un coordinador de viaje de egresados (!), y con Ine De Mendonça y Ceci Eraso caracterizadas como azafatas, la gente fue llegando, entrando, saliendo para fumar o comprar su vianda para la noche, volviendo a entrar, buscando su lugar en el colectivo. Finalmente llegaron las últimas personas (una de las cuales, tengo que decirlo, era Seba Hernaiz, que vive a ¡3 cuadras! de la Facu), y salimos.

* Quizás una frase del poeta Raúl Gustavo Aguirre alcance para redimirme: "El poeta es el hombre de la lenta obsesión".

10.10.07

Encuentros cercanos del Tercer tipo /Antecedentes

El lunes pasado dije en la sobremesa: "Este miércoles viajo". Mi vieja ya lo sabía hace como un mes o más; mi viejo, en cambio, preguntó por décima vez "¿Adónde?". A veces me da la sensación de que las cosas no se le vuelven reales sino cuando las tiene enfrente; por eso volví a explicarle que viajaríamos a Mendoza con un grupo de compañeros de la Facu, para el Tercer Encuentro de Estudiantes de Letras.

Los dos anteriores fueron en Buenos Aires, el año pasado y el anteaño. En el primero participé francamente poco, pero quedé muy contento y entusiasmado. Recuerdo con cierta vaguedad la mesa de editoriales en la que estaba la gente de Siesta, el editor de Marcela Croce, Cristian Di Nápoli presentando Eloísa Cartonera, y también había un tipo de un centro cultural cooperativo de zona Sur.
Ese año estaba cursando Problemas de Literatura Latinoamericana, así que la invitación para escuchar a Marcela Croce discutir con Eduardo Romano, Miguel Vedda, Leonardo Funes, y sobre todo con Julio Schvartzman, nos tenía a los alumnos como público cautivo. Finalmente Schvartzman se excusó de venir, pero la mesa estuvo buena igual. Hacía mucho calor y había mucha humedad, recuerdo.

Es todavía más raro cómo empecé a participar en el Segundo Encuentro del año pasado: recibí el e-mail en el que se nos informaba a los asistentes y/o expositores del I Encuentro que podíamos pasar a buscar el CD con las Actas en un día y horario determinados, en el bar Platón.
Ese día tenía que ir a la Facultad, así que pasé y me encontré con un pibe de anteojos preparando una clase para el colegio secundario con Sueño de una noche de verano. Me enteré más tarde que se trataba de Martín Yuchak, alias "el Pelado" (quien en ese momento no ostentaba las lanas locas que estuvo presentando en los últimos días).
El problema era que yo me había equivocado de día: las Actas se entregaban la semana siguiente, y por eso el muchacho en cuestión no las tenía encima. Igualmente me senté a charlar un rato con él, porque desde hacía una tiempo que me venían surgiendo algunas dudas y reflexiones por distintos problemas que implicaba la cursada de la carrera. Por ejemplo, cursando Literatura Europea del Renacimiento había comprobado que existe una separación muy difícil de sortear entre las Letras Modernas y Letras Clásicas (dependen, incluso, de Departamentos distintos dentro de la Facultad). De modo que, aunque quisiera saber más sobre los clásicos que se presentaban cada vez más ostensiblemente como un fundamento para entender todo lo que vino después de ellos, no tendría más remedio que atravesar todos los niveles de Latín y Griego para ingresar a ese selecto mundo. O al menos eso es lo que me dijeron en el departamento de Clásicas cuando fui a hacer explícitamente el planteo.
En fin: charlamos acerca de distintos problemas que tenía la carrera tal como existe hoy, y justamente yo le pregunté si no había un espacio en el II Encuentro para discutir el Plan de Estudios. Me dijo que no, pero que se podía hacer.
Durante algún tiempo fui, para la gente del Grupo de Estudiantes de Letras que organizó el Encuentro (en adelante el GEL), algo así como un personaje que había inventado el Pelado para justificar sus opiniones. Hasta que un buen día aparecí en una reunión y demostré, no sé si mi presencia, pero sí mi existencia.
De ahí se armó el Taller de Planes de Estudios del año pasado, y terminé participando y ayudando en lo que pude en la organización del II Encuentro. (Las Actas del I Encuentro me las dieron cuando ya era demasiado tarde como para que se libraran de mí...)
Al II Encuentro vinieron compañeros de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza), y la Universidad Nacional del Comahue (Neuquén). (Ah, también vino una marplatense que embelesó a nuestro compañero José Fargas hasta el punto de que, en medio de la crítica que él iba a hacerle a su ponencia, se retractó; ella, y algún otro estudiante de otra procedencia que se me esté olvidando.) Los cuyanos propusieron que el III Encuentro fuera en Mendoza, y eso generó opiniones encontradas en el GEL, que se siguieron discutiendo este año, cuando la decisión estaba tomada y el Encuentro ya estaba en marcha. El gran desafío era que el III Encuentro no se convirtiera sólo en una interacción bilateral Mendoza-Buenos Aires (o UNCuyo-UBA), porque en tal caso no cumpliría con la intención mucho más amplia de federalizarlo.

(Este era el logo del II Encuentro, que si no me equivoco diseñó Anahí...)

2.10.07

Una de Flaubert

"Il faut que les phrases s'agitent dans un livre comme les feuilles dans une forêt,
toutes dissemblables en leur ressemblance."
(Carta a Louise Colet, 7 de abril de 1854)

El fin de semana pasado terminé Madame Bovary (como decía un amigo, me tomé el arsénico), y ahora estoy leyendo La orgía perpetua de Vargas Llosa, un libro que realmente consigue contagiar el entusiasmo por Flaubert. De algún modo, la lectura de este libro me permite apreciar y sopesar de otra forma la lectura concluida, entrever el doloroso esfuerzo detrás de cada frase y cada cuadro. Qué lástima que a los lectores de traducciones se nos escape de un modo tan grosero el esfuerzo que el pobre Gustave puso en cada mot juste.

Entre el año pasado y éste Rouen está de fiesta, porque justamente se cumplen 150 años de la publicación de Mme. Bovary. Recomiendo chusmear la página de la Universidad de Rouen dedicada a Flaubert. Además, gran parte de la Correspondencia del "gordo triste" también puede leerse online.

5.9.07

Razones de la lluvia

Basta de mentiras: no fue por Santa Rosa, ni mucho menos, la granizada que se desató anoche.

Lo confieso: el fin de semana pasado llevé a lavar el auto.

Y por si fuera poco, ayer, después de años de obstinada resistencia, acabé por aceptar la triste realidad y me hice de uno de esos modernos juguetes para adultos. O sea, de un celular. Y lo peor es que este modelo no tiene el Bowling. Qué se le va a hacer.

28.7.07

Henri Michaux, oriental

Después de releer y trabajar sobre el diario de viaje Un bárbaro en Asia, del poeta belga-francés Henri Michaux, seleccioné algunos fragmentos que califican fácilmente como "micro-relatos". Los títulos, excepto "Zoológico de Saigón", son fruto de mi invención. Acá van los resultados de mi recorte:

La casta

Antes había una casta que recorría la India, con el único fin de suministrar a Dios sacrificios humanos. Lo agarraban a uno en el camino, lo llevaban ante un altar, y le torcían el pescuezo. Dios, que en apariencia acepta todo, no decía nada. Y, satisfechos, volvían en busca de otro hombre. Fue así como muchos viajeros cesaron de enviar noticias a sus familias y allegados.

El hombre viejo

Había en ese patio un hombre muy viejo: me saludó, pero yo me apercibí demasiado tarde. La música recomenzó y yo me decía: «¡Con tal que vuelva a mirarme!». Era un peregrino, no era de aquí. Me pareció que me tenía simpatía. Se acabó la música. Yo estaba como en éxtasis. El hombre se dio vuelta, me dirigió una mirada y salió. En su mirada había algo especial para mí. Todavía no sé lo qué quiso decirme. Algo importante, esencial. Nos miró a mí y a mi destino, con una especie de consentimiento y de regocijo, pero con un dejo de compasión, casi de piedad, y se fue, y todavía me pregunto lo que todo eso quiere decir.

Picaduras

Había un empleado de South Indian Railway que curaba las picaduras de serpiente.
Cuando alguien había sido picado, un pariente corría a la estación: «¿Dónde está el empleado tal?»
¡Ah! está en el tren de la línea de...
Se le telegrafía: «Fulano, picado, serpiente». El telegrama corría de estación en estación al encuentro del tren y del hombre.
Se esperaba ansiosamente una respuesta. Al fin llegaba: «He will be all right». Y todos se regocijaban. Y el veneno ya no tenía efecto.
¿Qué hacía el empleado? Y bien, se recogía un instante en un compartimento. «En nombre de... (un santo cualquiera) que el veneno no suba.» Luego volvía a perforar pasajes de tren.
Cientos de telegramas cambiados, y cientos de venenos hechos agua.

Zoológico de Saigón

El jabirú no come al pez que se defiende.
Lo traga muerto. Lo agarra y vuelve a cerrar su pico sobre él, en la cabeza, en el cuerpo, lo tira, lo recoge, lo vuelve a tirar hasta que sobreviene la muerte.
Hay el jabirú prudente que se contenta con una apariencia de muerte (y cuidado con las espinas del pescado que se agita vivo en el estómago) es el que lleva el pez sobre los guijarros, y ahí le da picotazos hasta inmovilizarlo. Entonces lo come. Pero no hay jabirú con experiencia que no sepa que un pez que no se mueva en los guijarros, puede bien no estar muerto, y ser, pues, todavía peligroso. Por eso el jabirú prudente lo remoja en el agua, para cerciorarse, y en efecto, muy a menudo, el pez vive, y con una lentitud sin esperanza, trata de escapar al sitio, y a la muerte. También sucede que un jabirú no puede sacar un pez del agua, aunque lo haya golpeado muchas veces, pero cada vez vuelve a caer. Entonces de golpe, harto, agita inmensas alas ruidosas sobre el estanque y se pregunta, y uno se pregunta, y los demás pájaros se preguntan lo que va a suceder.

Cuento chino

Hacia el siglo XVI, no sé bajo qué emperador, la policía ordenaba a sus inspectores que dibujaran subrepticiamente el retrato de cada extranjero que entraba en el Imperio. Diez años después de haber visto ese único retrato el policía lo reconocía. Más aún, sí se cometía un crimen y el asesino huía, había siempre alguien en la vecindad que podía hacer de memoria el retrato del cual se tiraban muchos ejemplares, que se enviaban a la carrera por las grandes rutas del Imperio. Acorralado por sus retratos, el asesino acababa por entregarse al juez.

La invención de la propaganda (Cuento chino II)

Tsin che Hoang Ti es uno de los más famosos y más fantásticos tiranos del mundo, que hizo pintar de rojo (color de los condenados) una montaña entera, porque sus soldados habían padecido ahí una tormenta. Tsin che Hoang Ti, que hacía preparar un baño de agua hirviendo en la sala del Trono cuando uno de sus oficiales le pedía una audiencia que le desagradaba, hizo grabar en monolitos erigidos por todos lados: «Todo anda bien. Se han unificado las pesas y medidas. Los hombres son buenos maridos, los padres son respetados. Por donde sopla el aire, todos están contentos», etc.

Una fiesta en Bali

Lo que a los americanos les gusta mucho en los balineses es que they are friendly. Cosa muy apreciable y que también se puede afirmar de los americanos.
Los balineses adoran las fiestas; no pasa día sin que tengan una. Con teatro y baile. Y donde hay una fiesta entran todos, todos están invitados: parientes, amigos, desconocidos, forasteros.
Una noche, ya un poco tarde, hice organizar una representación de Wayang-Koelit en casa de un indígena. Cuando llegué estábamos absolutamente solos la orquesta, mis tres invitados y yo.
Dos horas después estábamos perdidos en una turba de seiscientas personas. El olor de los cuerpos malayos nos rodeaba como una humareda; se habían instalado a la puerta vendedores de dulces. Risas oportunas venían de todos lados, costaba trabajo salir, y en ese momento (salimos antes del final), todavía llegaban muchas personas.

Todos los fragmentos fueron tomados de: Henri Michaux, Un bárbaro en Asia [1933]. Buenos Aires: Hyspamérica, 1985. Traducción y prólogo de Jorge Luis Borges.

26.7.07

Postales de la nieve /5

A continuación, algunas fotos, tomadas al azar de distintos diarios, y enviadas a su vez por los lectores. Mención especial para la de la chica y el perro: ¿¿qué es lo que produjo la nieve en la gente??

(Las dos últimas, aunque cueste creerlo, fueron sacadas en Pilar.)





Postales de la nieve /4

Al día siguiente, el día en que todavía pude ver en pie algunos muñecos de nieve a la tarde, creo que muchos tuvimos la misma idea: pasé por el almacén, compré vainillas, pero chocolate para taza no quedaba nada. Tuve que ir a un cotillón y comprarlo por peso.
De alguna forma podías ver la marca de lo que había pasado, en la gente: todos parecían más contentos, como si hubiéramos compartido algo que no era necesario decir ni poner en palabras.
Una señora mayor estaba pagando en la caja, y comentó que ella tenía cuatro meses cuando nevó aquella vez, en 1918. "Yo no me acuerdo de nada –dijo– pero mi padre siempre me contaba cómo había sido...".

Estaba volviendo a casa, para preparar el chocolate caliente con vainillas que correspondía al evento vivido el día anterior, cuando otra señora, un poco más joven que la anterior, me miró y me preguntó: "¿Estaba linda la nieve?". Era una pregunta que casi no requería respuesta, era más bien la expresión de la alegría y el asombro.

Postales de la nieve /3

Los amargos

Por supuesto, desde el principio estuvieron ellos, quejándose del frío, quitándole importancia al fenómeno, hablando de "agua-nieve", o simplemente enojados de que los demás todavía puedan asombrarse y no estén más allá de todo, como lo están ellos.

También en 1918 debe haber habido gente amarga, pero ¿quién se acuerda ahora de ellos?

Postales de la nieve /2



Más que el fenómeno de la nieve, creo que lo que nadie pudo creer fue que siguiera nevando durante toda la noche. Recuerdo haberme acostado con la sensación extraña de que afuera estaba nevando... (y para colmo, al día siguiente tenía que levantarme a las 6.00...)

Estoy casi seguro de que todo el mundo, pero particularmente los docentes y alumnos, prendimos la radio desde bien temprano, esperando el anuncio de "cese de actividades"... cosa que nunca ocurrió, claro. Después de desayunar, salí con un balde de agua caliente para derretir la nieve que cubría mi auto, y partí hacia el colegio.

Hacía frío, claro. Por la ventana del aula, que da al Camino del Buen Ayre, se veían árboles y pendientes nevadas. Y yo me pregunté si mis alumnos volverían a ver la nieve (aunque también me pregunto cuándo volveré a verla yo, si es por eso...).

25.7.07

Postales de la nieve /1


Hace poco más de dos semanas que pasó la nieve, y ya parece como si fuera una noticia vieja, un dato irrelevante dentro del balance general de este mes. Supongo que empezarán a mirarme con cara rara si empiezo a hablar del tema, como se mira a quien cuenta un chiste viejo...
Sea como sea, quería dejar plasmadas algunas postales de cómo viví ese 9 de julio, y también el día siguiente.

En un post anterior dije que el 9 de julio nos juntamos en familia (esta vez fue en casa, con la familia de mi vieja, y también estaban Sofi, Pipo y su novia Belu... los que aparecemos en la foto del locro, bah). Últimamente viene siendo costumbre hacer algo "especial" para las fechas patrias. En años anteriores, hicimos con la abuela de Sofi pastelitos rellenos con dulce, y el año pasado Sofi y yo nos animamos a hacer en su casa nuestro primer locro, porque teníamos la receta que nos había pasado ese año la señora Felisa Ramos, una mujer divina de Cafayate que nos alojó en su casa...
Este año redoblamos la apuesta, porque yo quería hacer guiso de mondongo para el 25 de mayo. Hacía rato que el guiso de mondongo me intrigaba, porque suponía que me gustaría, pero no había podido comerlo nunca porque acá en casa sólo le gusta a mi vieja. Así que estuve reuniendo quorum para prepararlo en lo de Sofi, y fue todo un éxito (y me gustó, sí). (El guiso de lentejas que hizo su hermana Paula para los "disidentes" también estaba riquísimo, hay que decirlo.)
En fin: este año me dieron ganas de hacer locro en casa para el 9 de julio, y mi vieja tuvo la muy buena idea de invitar a su familia. Hacía bastante frío, pero adentro estaba muy agradable, y con el locro, las empanadas y el vino todos entramos en calor. Creo que no voy a poder describir la sensación de bienestar, de placidez, de que todo el mundo estuviera compartiendo la mesa, disfrutando de la comida... (¡mi viejo, por ejemplo, se sirvió tres cazuelas de locro...!)
De postre comimos un lemon pie riquísimo que preparó Sofi, también había rogel, y para cuando estábamos disfrutando del café, a eso de las tres o cuatro de la tarde, vimos que llovía... Pero no, no era lluvia... ¡Nos tomó muy poco tiempo darnos cuenta de que nevaba! No era granizo, tampoco "agua-nieve": era, lisa y llanamente, nieve.

Cuando era chico me preguntaba, mirando las clásicas imágenes europeas de Navidad, por qué no podía caer nieve donde vivía yo, al menos una vez... Cuando vi la nieve, pensé en la gente mayor, que quizás habrá oído de sus padres o abuelos el relato de aquella vez que nevó en Buenos Aires en 1918, y pensé también en los chicos... Pensé en lo que sería, para un chico, recordar muchos años después esa tarde y esa noche de nevada... ("Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo...").

Por supuesto, después empezaron las fotos, y lo que ya todos saben: gente hablando por teléfono o por celular, prendiendo la tele... Comunicándose su asombro, su alegría.
Algunas fotos del suceso:

17.7.07

Maravillas de la ciencia

Fuente: Télam

Confirmado: un grupo de científicos coreanos habría desarrollado la primera naranja con culo. En exclusiva para nuestro blog, presentamos las primeras fotografías de este hallazgo que sin duda ha de conmover las bases mismas de la biogenética.


10.7.07

Locro

Antes de la nieve, estuvo el locro.
Aquí, algunas de las fotos que registran el "making of" de esa gran comida.



Ya disfrutando el resultado: Sofi y yo, con Pipo y Belu...


Y para quien se anime, la receta, que le pertenece a Felisa Ramos, una simpatiquísima señora que nos alojó en Cafayate en 2006...

LOCRO
(12 a 15 personas)

Ingredientes
Maíz blanco, 750 g
Bicarbonato de sodio, 1 cda.
Osobuco, 3
Nalga, 500 g
Caldo de verduras o de carne, 2 cubitos
Tomate, 1 kg
Cebolla, 1/2 kg
Zapallo amarillo (redondo, cáscara verde), 1 pequeño o 1/2 mediano
Papa, 1/2 kg
Batata, 1/2 kg
Morrones colorados, 2
Zanahoria, 1/2 kg
Perejil, 1 atado
Panceta, 3 tiras gruesas
Chorizo colorado, 1
Sal, pimienta, orégano, ají molido, pimentón, comino

Optativo para presentación:
Cebolla de verdeo, 1/4 kg
Grasa ("primer jugo bovino"), entre 50 y 100 g
Pimentón

Preparación
Lavar el maíz blanco desechando impurezas. Dejarlo en remojo durante una noche. Al día siguiente, ponerlo a hervir en unos 7 u 8 litros de agua. Una vez que hirvió una hora, agregar el bicarbonato para que el grano se abra y absorba los jugos de la carne. Dejar hervir durante una hora más, y agregar más agua de ser necesario.
Agregar directamente al agua donde hierve el maíz el osobuco y los cubitos de caldo. Una vez que hirvieron durante 30 o 40', agregar la nalga cortada en tiras gruesas y cortas, junto con el zapallo amarillo (mitad rallado, mitad cortado en cubos), la papa y batata, la cebolla, el morrón y el tomate. Agregar suficiente líquido como para cubrir todos los ingredientes.
El guiso debe hervir lo suficiente como para que las verduras se deshagan y quede con consistencia espesa. Luego se agregan la panceta cortada en cubos y el chorizo colorado en rodajas. Con los condimentos, ajustarle el sabor a gusto.
Poco antes de servir se agrega el perejil picado, para que éste no pierda su sabor.
Servir en cazuelitas. Para quien guste servirse, pueden ponerse dos bowls pequeños; uno con cebolla de verdeo picada cruda, y el otro con salsa de pimentón, que consiste simplemente de grasa derretida en una sartén, a la que se le agregan unas cucharadas de pimentón fuera del fuego (debe conservarse caliente o tibia, porque si no se endurece).

Una variante más "power" del locro, que yo no he ensayado, lleva patitas de cerdo, pechito, tripa gorda, mondongo, etc. Sobre gustos...