28.7.08

Cómo casarse y no morir en el intento /2

Dos semanas después de la visita a "El Tata", Sofi y yo ya habíamos aceitado los implacables engranajes del casamiento. Ante todo, el objetivo principal era conseguir "aliados" (!) en ambas familias, que se entusiasmaran y acompañaran nuestro perigrinaje en pos de un lugar donde casarnos...

Ya que el casamiento en el campo no pudo ser, Sofi y yo estábamos de acuerdo en conseguir una quinta o estancia donde casarnos. Por eso, habíamos contemplado la opción de hacer el casamiento durante el día –a pesar de la oposición inicial de mi hermana, y de algunos amigos–. Además, también estuvimos de acuerdo en que fuera en algún lugar de zona norte del GBA (o, como muy lejos, zona oeste), porque el grueso de invitados corresponde a mi familia.
Durante la última semana de junio, mientras iba consiguiendo que mis viejos se hicieran a la idea de que sí, su hijo mayor se casa, y sí, se muda, les pedí que armaran la lista de invitados, porque hasta el momento habíamos estimado un número en el aire (200 personas).
Lo cierto es que cuando mi viejo se sentó, agenda en mano, a hacer un repaso de sus contactos y ver cuántos invitados tendríamos, llegó a un número poco menos que escalofriante... Y eso no fue nada, ya que cuando me senté con él a revisarlo, comprobé horrorizado que la mayoría de la gente suscribe en esa tendencia a la que me estoy sumando: casarse. Cada contacto de mi viejo, entonces, era "Fulano... y su mujer", "Mengano... y su mujer", "Zutana... y su marido".
A esto hay que añadir la enorme cantidad de familiares que tengo –mi viejo tenía doce hermanos, y mi vieja siete: ahora me quedan diecisiete tíos, la mayoría de ellos a su vez muy prolíficos–. Aún a riesgo de que la gente se ofenda, decidí ser realmente selectivo: a menos que mis viejos o yo quisiéramos invitarlo, no íbamos a invitar a familiares por el solo hecho de ser familiares. Así y todo, el número de invitados se nos fue a 300: 240 de mi familia, y sólo 60 de parte de la de Sofi. Bastante desproporcionado, debo decir.
Mientras tanto, Sofi y yo empezamos a buscar en páginas de Internet y a enviar cientos de e-mails a distintos salones, pidiendo presupuestos. Algunos nos respondían de buena gana, pero otros eran reacios a pasar números por correo electrónico, argumentando que querían hacer el casamiento "a nuestra medida", y que para eso necesitarían "coordinar una reunión". Entre ellos, creo que los que se llevan el premio mayor por ineficiencia, mala administración y mezquindad a la hora de pasar presupuestos, son la gente de La Tour en Brique (Bella Vista). Pero no me voy a ocupar de ellos ahora.

Íbamos reuniendo información de salones, quintas y estancias para el casamiento, pero faltaba algo importante: juntarme con mi amigo el DJ Max Cetuné (a quien de paso, hago propaganda para contrataciones y eventos: max.cetune@gmail.com - Cel. 154-179-8442), para que me pasara buena data de lugares recomendables y lugares a descartar. Maxi me recomendó algunos lugares que no tenía vistos (Kite Beach, Las magnolias, La Rosada, San Ceferino, y uno totalmente ignoto: el casino de Oficiales de la I Brigada de las Fuerzas Aéreas, en El Palomar), y me sugirió que descartara otros (La casona de Capace, etc.). Pero lo cierto es que, por mucho que te recomienden un lugar, hasta que no hablás con el dueño o el encargado, no lo conocés personalmente, ves el acceso, la lejanía, los detalles, no podés estar seguro. En ese sentido, nos llevamos chascos (lugares que prometían y nos decepcionaron: por ejemplo, El aljibe de Mora Prado) y gratas sorpresas (lugares que eran mucho mejores de lo que parecían: por ejemplo la Quinta Las Magnolias).

Después de que mis viejos volvieron de un viaje de 10 días, arreglamos para que los papás de Sofi vinieran a comer a casa el primer fin de semana de julio, y ese mismo finde aprovechamos y fuimos a conocer dos lugares de Benavídez a los que les habíamos solicitado presupuesto. El primero se llamaba "La madrina" (que, según veo, estuvo renovando su web). Nos atendió el dueño, Eduardo. A favor, debo decir que el predio tiene un buen acceso, muy cerca de la Panamericana (ruta 9, ramal Escobar).

Vista de la entrada a "La Madrina".

El parque de la quinta "La Madrina".

El lugar no estaba en su esplendor, porque para muchas quintas de eventos ésta es "temporada baja", y tienen todo desmontado, o aprovechan para hacer refacciones, etc. "La madrina" tiene un parque bastante amplio, y una linda galería, pero ésta está demasiado separada del salón, que encima estaba húmedo por el desuso. El catering era más bien básico (un típico asado), y aunque el precio por persona incluía el alquiler del predio, igualmente seguía siendo bastante caro: $140 por persona. No nos lo pareció tanto porque no habíamos averiguado suficiente, y además nos cayó bien que el propietario fuera flexible en casi todos los aspectos: posibilidad de elegir el DJ, ampliar el horario de duración del evento, etcétera. También hay que añadir que ya tiene incluidos la mayoría de los gastos extra que en otros lugares figuran como "adicionales" (DJ, armado de altar para la ceremonia, fin de fiesta). Incluye la quinta con ambientación, pantalla gigante y barra de tragos con juego de living. Además, los menores de 4 a 9 años pagan $50.
Quizás lo que más hizo dudar a Sofi fue la capacidad del lugar: en realidad, 300 hubiéramos entrado allí medio apretados, y si llegaba a llover o estar feo el día, el tema iba a ser bastante complicado.

Después de visitar La Madrina, nos fuimos a "Campo Chico", una quinta o mini-estancia que está, por decirlo así, "detrás" de Nordelta, y que pertenece al chef Jean-Christophe (no confundir con Christophe Krywonis, el de Chefs unplugged, El gourmet.com, etc.). A priori, me dio un poco de mala espina el tema del acceso, uno de los "ítems" a cumplir que más obsesionan a mi viejo (junto con el de la seguridad): las indicaciones para llegar eran algo vagas (quizás por la falta de referencias), y había que hacer un tramo largo por un camino que era casi un descampado. En un momento, creí que nos habíamos ido a la mierda, pero justo entonces llegamos (y si nos había costado llegar a la tardecita, razoné que para la gente "después de las 12", el tema sería bastante complicado).
Una vez que llegamos, el lugar nos gustó. Tiene una laguna muy linda que puede verse en las fotos de su página web, y una carpa grande con capacidad de sobra para 300 personas, y lonas en los costados que pueden correrse o descorrerse según cómo esté el clima.

La carpa durante el día...

...y durante la noche.

Además, hay que decir que Jean-Christophe es muy buen vendedor: nos detalló cómo sería el evento, y fue muy claro en todas las minucias (cómo es el catering, qué está incluido y qué se paga aparte, cómo facturan el IVA, etc.). Quizás lo más tentador fue la mención del "rogel gigante" que usan como torta de bodas, y que recién comienza a hacerse cuando la fiesta está en marcha, para que esté bien fresco (!!!). Además, tenía un documento de Excel que permitía jugar con las distintas variables para ir ajustando el costo total del casamiento, según se quisiera incluir más o menos cosas en el servicio.
Algunas contras que detectamos eran que las sillas eran de plástico (y por lo tanto había que pensar en ponerles funda), los baños eran algo chicos (sobre todo, para tal cantidad de personas), y el lugar estaba un poco "pelado", de modo que había que pensar en agregarle bastante ambientación.

Vista de la laguna desde la carpa.

Habíamos planeado una tercera visita para ese sábado (a la quinta "Las Magnolias", de Pilar), pero se nos hizo tarde, así que quedó pendiente. Volvimos bastante convencidos con la quinta Campo Chico, y durante bastante tiempo continuó siendo nuestra mejor opción, hasta hace poco... pero no, no voy a revelar la intriga todavía!

Lo que hay que saber

Eventos La Madrina
Corsini y Entre Ríos (1621) - Benavídez - Buenos Aires
Telefonos: 155-250-9090 / 03488-441042
E-mail: consultas@eventoslamadrina.com.ar
Web: http://eventoslamadrina.com.ar/
Menú con asado criollo, mesa de dulces. Incluye gaseosas (línea Coca cola), vinos tinto-blanco, cerveza Quilmes, jarras de clericó con y sin alcohol. Brindis: sidra o champagne. Fin de fiesta: pizza al horno de barro, variadas con cerveza. Incluye DJ, armado de altar para la ceremonia, fin de fiesta. Incluye la quinta con ambientación, pantalla gigante y barra de tragos con juego de living. Alquiler del predio, servicios y catering: $140 por cubierto mayor. Menores de 4 a 9 años: $50. Incluye juegos inflables.

Quinta Campo Chico
Jerónimo Loreto 4551 (Villa La Ñata – Benavídez)
Teléfono: (03327) 484267 / (011) 5649-4267
E-mail: info@jeanchristophe.com.ar - jchcatering@yahoo.com.ar
Web: http://www.jeanchristophe.com.ar/quinta_campo_chico.htm
Son muchas las variables a tener en cuenta en el precio, pero el catering de "asado completo", con buen vino (Benjamin Nieto), barra de daiquiries, DJ, impuestos SADAIC / AADI-CAPIF, custodia policial, fundas en las sillas, está rondando los $147 por persona (este precio incluye el alquiler del predio, con el personal para el evento y el catering). Además, no cobran descorche en caso de que quieras comprar la bebida alcohólica.

3 comentarios:

Vicente Costantini dijo...

Ni bien publiqué esta entrada, aparecieron 4 comentarios (casi un récord).
Hay que estar muy al pedo (o tener un programa que esté ídem) para hacer SPAM a través de comentarios en entradas de blogs poco populares como éste...

Anónimo dijo...

vic qué grandeeee... espero con ganas tus peripecias casisticas

muchoss éxitos!!!

Anónimo dijo...

jaja Vicente, muy buenos tus cuentos. Pero decime cómo termina la historia...
me caso en abril, al mediodía y los requisitos parecen ser los mismos. A diferencia que yo estoy buscando recién ahora y voy por eso que contás. Este finde a La Madrina y Campo Chico.
GRACIAS
Dolores