25.7.07

Postales de la nieve /1


Hace poco más de dos semanas que pasó la nieve, y ya parece como si fuera una noticia vieja, un dato irrelevante dentro del balance general de este mes. Supongo que empezarán a mirarme con cara rara si empiezo a hablar del tema, como se mira a quien cuenta un chiste viejo...
Sea como sea, quería dejar plasmadas algunas postales de cómo viví ese 9 de julio, y también el día siguiente.

En un post anterior dije que el 9 de julio nos juntamos en familia (esta vez fue en casa, con la familia de mi vieja, y también estaban Sofi, Pipo y su novia Belu... los que aparecemos en la foto del locro, bah). Últimamente viene siendo costumbre hacer algo "especial" para las fechas patrias. En años anteriores, hicimos con la abuela de Sofi pastelitos rellenos con dulce, y el año pasado Sofi y yo nos animamos a hacer en su casa nuestro primer locro, porque teníamos la receta que nos había pasado ese año la señora Felisa Ramos, una mujer divina de Cafayate que nos alojó en su casa...
Este año redoblamos la apuesta, porque yo quería hacer guiso de mondongo para el 25 de mayo. Hacía rato que el guiso de mondongo me intrigaba, porque suponía que me gustaría, pero no había podido comerlo nunca porque acá en casa sólo le gusta a mi vieja. Así que estuve reuniendo quorum para prepararlo en lo de Sofi, y fue todo un éxito (y me gustó, sí). (El guiso de lentejas que hizo su hermana Paula para los "disidentes" también estaba riquísimo, hay que decirlo.)
En fin: este año me dieron ganas de hacer locro en casa para el 9 de julio, y mi vieja tuvo la muy buena idea de invitar a su familia. Hacía bastante frío, pero adentro estaba muy agradable, y con el locro, las empanadas y el vino todos entramos en calor. Creo que no voy a poder describir la sensación de bienestar, de placidez, de que todo el mundo estuviera compartiendo la mesa, disfrutando de la comida... (¡mi viejo, por ejemplo, se sirvió tres cazuelas de locro...!)
De postre comimos un lemon pie riquísimo que preparó Sofi, también había rogel, y para cuando estábamos disfrutando del café, a eso de las tres o cuatro de la tarde, vimos que llovía... Pero no, no era lluvia... ¡Nos tomó muy poco tiempo darnos cuenta de que nevaba! No era granizo, tampoco "agua-nieve": era, lisa y llanamente, nieve.

Cuando era chico me preguntaba, mirando las clásicas imágenes europeas de Navidad, por qué no podía caer nieve donde vivía yo, al menos una vez... Cuando vi la nieve, pensé en la gente mayor, que quizás habrá oído de sus padres o abuelos el relato de aquella vez que nevó en Buenos Aires en 1918, y pensé también en los chicos... Pensé en lo que sería, para un chico, recordar muchos años después esa tarde y esa noche de nevada... ("Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo...").

Por supuesto, después empezaron las fotos, y lo que ya todos saben: gente hablando por teléfono o por celular, prendiendo la tele... Comunicándose su asombro, su alegría.
Algunas fotos del suceso:

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