1.7.07

Elogio de la mañana

Estoy corrigiendo quién sabe si por cuarta, quinta o décima vez uno de los tres libros infantiles que escribí entre el año pasado y éste, por encargo. Revisando un párrafo, descubro (o ratifico, no sé) que tengo una silenciosa afinidad con la mañana, y sobre todo con cierto tipo de mañanas.

Para que se me entienda bien, tengo que aclarar que: a) siempre me costó y me sigue costando levantarme temprano, y b) no desdeño la noche, pero por razones diametralmente opuestas de aquellas a favor de la mañana.


Éste es el párrafo que estaba revisando, del segundo libro, Jacinta aprende:


A la mañana siguiente, Jacinta e Inés fueron a la cocina para compartir con Celia y Benita el mate que preparaba la esclava Ignacia. En Buenos Aires, la esclava Nicanora solía cebarle a Jacinta mates endulzados con azúcar o melaza. En Luján, en cambio, las esclavas tomaban mate amargo, pero suavizado con manzanilla o menta. Pocas cosas le gustaban más a Jacinta que sentir el aroma del mate humeante junto a los primeros rayos de sol calentando el día. Todavía no hacía calor y daba gusto tomar un mate calentito.


También podría decir que el tercero, La Argentina de Jacinta, arranca con una especie de elogio de la mañana, y de ese momento (tan típico de la infancia) en el que uno se quedaba acostado en la cama, pensando, imaginando, soñando despierto antes de levantarse.


Pero fundamentalmente, creo que la combinación perfecta es una mañana soleada de sábado, domingo o feriado, preferentemente en otoño, en la que tenemos frente a nosotros un mate calentito y humeante para compartir. Algo de eso aparece en un poema que escribí el año pasado, sin título, pero que bien podría llamarse Mate o Amanezco:

Amanezco
con el mate amargo de tus besos


levanta apenas
el sol a la distancia

vibra la cuerda del día
esboza sus primeras notas


y vos
vos traés la cuerda
el sol
el beso


* * *

El mate que comienza como el día
el sol recobrado y descubierto
notas quebradas de esta melodía
que va creando tu presencia


* * *

Fija tu mirada
sobre el chorro de agua
vertido en el mate


sube un vapor blanco
se arremolina y desaparece
antes de llegar a tu rostro
antes de alcanzar tu mirada


sin saberlo
vos creás una orilla
en este mundo
lo llenás de agua
de aromas
de espuma


* * *

Tus besos
el mate
sabores terrestres
que se confunden
en la primera fragancia del día

* * *

Imposible distinguir
entre el sol
y tus ojos


entre el mate
y tus besos.


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