9.5.08

Psycho-pedagogía

Quizás no debería hacerlo, pero escribo para sacarme de encima la bronca que me traje del colegio, justo hoy, que es viernes y debería estar más relajado.
Salí un momento de clase para asistir a una reunión importante y tratar los problemas de un chico disléxico que tenemos en uno de los cursos. Estaban la directora, la orientadora de secundaria, la psicopedagoga del colegio y la que está tratando de forma particular al chico.
Creo que lo primero que me molestó fue la sensación de que se pasaban la pelota unos a otros; sobre todo, la psicopedagoga del chico (en adelante "esa mujer"), apuntando alternativamente al colegio, a la psicopedagoga del colegio, o al único docente presente como tal (yo).
Esa mujer -de rostro durito por el botox, y quizás por el maquillaje que tenía de más- hizo su descargo diciendo que no "trataba" al chico, sino que le hacía "tutorías" o "apoyo". En otras palabras, se llama a sí misma psicopedagoga por hacer un apoyo escolar común y silvestre. Y hasta llegó a criticar mi elección del libro de texto (¡!). Me recordó a otra psicopedagoga, bastante desastrosa, que atendía a mi primo G. cuando yo le daba apoyo escolar.
La reunión resultó tensa y poco productiva, al menos durante el rato en que yo me quedé. Como diría el protagonista del (¿tan, tan difícil?) Lazarillo: "Y por esto, y por otras cosillas que no digo, salí dél".

En casos como éste es muy fácil llenarse la boca diciendo que querés "lo mejor para el chico". Pero yo veo poca predisposición para sentarse y trabajar en serio en torno a un problema.
Si bien yo había advertido los problemas de dislexia del chico, recién en este momento se está haciendo algo concreto por él. Y mientras tanto, los docentes quedamos en el medio, sin saber bien cómo adaptar la currícula o siquiera evaluar casos como éste.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo se pasaban la pelota exactamente? ¿qué te dijeron sobre tu libro de texto?

Vicente Costantini dijo...

Por un lado, "esa mujer" se puso a interrogar de qué modo estaba adaptándole la curricula el colegio al chico.
Por el otro, la directora y la psicopedagoga del colegio reclamaban tratamiento psicopedagógico (no "tutorías") para adaptarle la curricula de acuerdo con la dificultad específica que tenga. O sea, el huevo y la gallina.
En otras palabras, nadie se hacía cargo. Y lo más patético es que, a pesar de ser un colegio de 2 lucas por mes, este tipo de problemas los debe resolver la familia de modo particular (léase: privado. Léase: pagando extra por el servicio).
En cuanto al libro, lo cierto es que emprendí el desafío enorme de enseñarles el Lazarillo de Tormes a los chicos con la versión original (no modernizada), por más que están en 1º año (que equivale a 7mo.). Y "esa mujer" me preguntó a quemarropa si me parecía un libro "adecuado para chicos de esa edad", por la dificultad del lenguaje, etc.
Retrospectivamente, me llena de orgullo que las cosas hayan salido bien. Creo que los chicos terminaron contagiados por el entusiasmo que puse en cada clase sobre el Lazarillo.

Guadalupe dijo...

puff..., como te conte, yo trabajo como muchos niños con dificultades educativas....lamentablemente pasa...
Te dejo un abrazo, lei solo un poquito del blog.

te dejo el mio

www.guadalupealeman.blogspot.com