Los poemas centrados
en el medio, apretados y rodeados por el blanco de la
página, completan la sensación de lo despojado, de lo mínimo. A partir de
ese formato sencillo, sin pretensiones, se puede aspirar a que cada
frase comunique más y diga de sí lo indispensable. En ese sentido, me
parece interesante el diálogo sutil que hay entre títulos y textos.
Muchos de ellos son fragmentos del texto, de modo que actúan como una
lupa puesta sobre el poema. Esto obliga a volver y detenerse sobre
ciertos sectores del texto que quizás el lector hubiera pasado por alto o
leído rápidamente.
Además, la falta de puntuación de muchos poemas abre más posibilidades de
interpretación a algunos de estos textos. Muchos adjetivos podrían ser
sustantivos, a la vez que hay sustantivos que podrían funcionar como
calificativos. Anoté, por ejemplo, "viento navaja" y "silencio
murciélago".
2
A pesar de ello, el lenguaje es complejo. No por la sintaxis, sino por el léxico. Normalmente yo no recurro al diccionario cuando leo
poesía: prefiero que las palabras que no conozco me sugieran algo por
contexto, por asociación y por sonido. El mejor ejemplo de ello es esa misteriosa palabra escondida en un verso bellísimo de San Juan de la Cruz: "y el ventalle de cedros aire daba". Parte del encanto de ese verso, para mí, es lo que sugiere, sin decirlo, esa palabra desconocida, "ventalle". Sugiere viento, brisa; tiene movimiento y ondulación.
Sin embargo, al leer refugio de altura sentí que, si
esas palabras desconocidas me quedaban sin comprender, se me escaparía el meollo del
poema. Algunos ejemplos de mi ignorancia son "desbrozar", "sibila",
"crótalo", "burilada". Descubro ahora que muchas de ellas son palabras
técnicas. Supongo que mi padre no se sorprendería de una ignorancia mía de este tipo; una de sus frases favoritas es "A vos te falta inteligencia práctica".
3
ese
que con un ojo, una pierna, un brazo
trabado de lengua, en la bolsa de valores
irradia, desde su boca de fuego,
su vislumbre más por dudas
que por ajenas convicciones
y desconcierta a los inversores
despuntados por el escándalo
para quienes uno más uno es dos
y no uno
También hay referencias concretas a Cabo da Roca y Jaipur, entre otros sitios. De a ratos, me parece como si algunos de los temas esenciales del libro anterior de Ballina, Memoria de la India, hubieran decantado en este libro: como si ese secreto, ese murmullo al que se alude en el poema "jaipur" fuese siempre esquivo, eludiendo su captura en el poema.
4
¿son señales de un destino irredento,
sapiencia de la especie o treta del demonio?
¿el otro será mi hermano
o mi verdugo?
Le tengo mucho afecto a un libro quizás menor de
Neruda, pero que me gusta por su forma abierta, inconclusa, casi
vacilante: el Libro de las preguntas. A veces he llegado a
preguntarme a mí mismo si no tenía que limitar mi propio uso de la pregunta al
final de los poemas; si no era una trampa que me estaba tendiendo a mí
mismo para resolverlos y concluirlos. Todavía no lo sé, pero cuando encuentro un poeta que cierra (¿cierra?) sus poemas con una pregunta, me sonrío, como si algo nos identificara y nos uniera. Quizás habría que hacer, en un acto de apropiación
irresponsable y feliz, una antología colectiva que incluya todas las
preguntas que figuren al final de todos los poemas. El resultado podría
ser, me parece, extraordinario.
5
Entre todos los poemas del libro, sorprende "pan de invierno". Lo transcribo íntegro:
el pan de invierno es un ángel aparecido
que espanta el pánico,
ciencia de lo natural absoluto
que da dicha
a los sonámbulos sensatos
y a los plácidos locos
untados todos de tinieblas
El
título, el fraseo, la temática, la metáfora inicial... todo me recuerda a
Luis Alberto Spinetta. Sin duda, este poema podría haber sido una letra de
Invisible o Spinetta Jade. Aunque no sé, todavía, si a Ballina le gustaría esa comparación.
6
Me parece acertado que el libro termine con "la
herencia", un poema cuyo uso del futuro le da un tono asertivo y rotundo:
pisarás las mismas huellas
mirarás asombrado a los altos muros
de la nueva ciudadela
verás caer palabras de desterrada palpitación...
Sin
embargo, creo que otro final posible hubiera sido elegir "refugio de
altura", el poema que da título al libro:
aquí en las alturas nevadas
toda lengua es reductiva
prensada por el frío
los sueños se desecan a la intemperie
en una ceremonia invisible
pero ajeno a toda soledad
oscuridad o claridad
por su boca de sí reflejante
crea la estrella guía
que sobreviene
vacío tras vacío
paisaje tras paisaje
mundo tras mundo
* * *
Post scriptum
Recibí el libro en la Biblioteca López Merino en abril de 2015, cuando salía de dar clase. Sin embargo, el libro fue editado en
abril de 2014, y la dedicatoria de Ballina también está fechada en ese mes y ese año.
Existen dos explicaciones posibles para esto. La primera, que
el autor efectivamente envió el libro en abril de 2014 a la biblioteca, pero por descuido el sobre quedó guardado y
archivado durante un año, hasta el día en que las empleadas se acordaron y me lo
dieron.
La segunda explicacion posible es que el autor simplemente se equivocó: tal vez pensaba en el año
ya transcurrido mientras escribía la dedicatoria, cuando debería haber
escrito 2015.
Hablé de explicaciones posibles. Existe también una tercera explicación, pero es imposible. Ésta indicaría que ni las empleadas ni Ballina cometieron error alguno; él envió el libro en abril de
2014 y ellas me lo entregaron ni bien lo recibieron. Puede haber
ocurrido, entonces, que el libro viajara no sólo en el espacio, sino también en el
tiempo. Que aguardara el momento indicado para llegar a mis
manos. Como las cartas de Kafka o las cartas del cuento "Sobremesa" de
Cortázar, la dimensión temporal en que se movió este libro fue distinta
de la mía, la de Ballina, la de las empleadas. Buscó su momento para llegar a
mis manos: el momento adecuado. Éste.
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