22.7.15

Notas sobre «refugio de altura», de Osvaldo Ballina




1

refugio de altura, de Osvaldo Ballina, es un libro minimalista. Escribo el título así, sin mayúsculas, para ser fiel a la intención de sostener el libro completo sin mayúsculas en títulos, nombres propios ni comienzos de oración. Ni siquiera el nombre del "dios innominado" tiene mayúsculas.
Los poemas centrados en el medio, apretados y rodeados por el blanco de la página, completan la sensación de lo despojado, de lo mínimo. A partir de ese formato sencillo, sin pretensiones, se puede aspirar a que cada frase comunique más y diga de sí lo indispensable. En ese sentido, me parece interesante el diálogo sutil que hay entre títulos y textos. Muchos de ellos son fragmentos del texto, de modo que actúan como una lupa puesta sobre el poema. Esto obliga a volver y detenerse sobre ciertos sectores del texto que quizás el lector hubiera pasado por alto o leído rápidamente.
Además, la falta de puntuación de muchos poemas abre más posibilidades de interpretación a algunos de estos textos. Muchos adjetivos podrían ser sustantivos, a la vez que hay sustantivos que podrían funcionar como calificativos. Anoté, por ejemplo, "viento navaja" y "silencio murciélago".

2

A pesar de ello, el lenguaje es complejo. No por la sintaxis, sino por el léxico. Normalmente yo no recurro al diccionario cuando leo poesía: prefiero que las palabras que no conozco me sugieran algo por contexto, por asociación y por sonido. El mejor ejemplo de ello es esa misteriosa palabra escondida en un verso bellísimo de San Juan de la Cruz: "y el ventalle de cedros aire daba". Parte del encanto de ese verso, para mí, es lo que sugiere, sin decirlo, esa palabra desconocida, "ventalle". Sugiere viento, brisa; tiene movimiento y ondulación.
Sin embargo, al leer refugio de altura sentí que, si esas palabras desconocidas me quedaban sin comprender, se me escaparía el meollo del poema. Algunos ejemplos de mi ignorancia son "desbrozar", "sibila", "crótalo", "burilada". Descubro ahora que muchas de ellas son palabras técnicas. Supongo que mi padre no se sorprendería de una ignorancia mía de este tipo; una de sus frases favoritas es "A vos te falta inteligencia práctica".

3

Al principio, el título del libro y las referencias de algunos de los poemas me sugerían una crónica, en forma poética, de una excursión de montaña, real o imaginaria. Como suelo decir en mis clases, no siempre quiero saber de dónde surgen los textos. A veces tener más información sobre las circunstancias que dieron origen a un texto, lejos de iluminarlo o ilustrarlo, lo empequeñecen, lo limitan (como sintetiza el título de uno de los poemas: "aquí es otro lado"). Por eso me sorprendió encontrar, avanzando sobre el libro, otros poemas que me llevaban en direcciones bien distintas: "boca de fuego", por ejemplo, habla de un personaje en la bolsa de valores:

ese
que con un ojo, una pierna, un brazo
trabado de lengua, en la bolsa de valores
irradia, desde su boca de fuego,
su vislumbre más por dudas
que por ajenas convicciones
y desconcierta a los inversores
despuntados por el escándalo
para quienes uno más uno es dos
y no uno 

También hay referencias concretas a Cabo da Roca y Jaipur, entre otros sitios. De a ratos, me parece como si algunos de los temas esenciales del libro anterior de Ballina, Memoria de la India, hubieran decantado en este libro: como si ese secreto, ese murmullo al que se alude en el poema "jaipur" fuese siempre esquivo, eludiendo su captura en el poema.

4

Me gustan los poemas que terminan con una pregunta, como extendiéndole al lector la última palabra: 
¿son señales de un destino irredento,
sapiencia de la especie o treta del demonio?
¿el otro será mi hermano o mi verdugo?
Le tengo mucho afecto a un libro quizás menor de Neruda, pero que me gusta por su forma abierta, inconclusa, casi vacilante: el Libro de las preguntas. A veces he llegado a preguntarme a mí mismo si no tenía que limitar mi propio uso de la pregunta al final de los poemas; si no era una trampa que me estaba tendiendo a mí mismo para resolverlos y concluirlos. Todavía no lo sé, pero cuando encuentro un poeta que cierra (¿cierra?) sus poemas con una pregunta, me sonrío, como si algo nos identificara y nos uniera. Quizás habría que hacer, en un acto de apropiación irresponsable y feliz, una antología colectiva que incluya todas las preguntas que figuren al final de todos los poemas. El resultado podría ser, me parece, extraordinario.

5

Entre todos los poemas del libro, sorprende "pan de invierno". Lo transcribo íntegro:

el pan de invierno es un ángel aparecido
que espanta el pánico,
ciencia de lo natural absoluto
que da dicha 
a los sonámbulos sensatos
y a los plácidos locos
untados todos de tinieblas 
 
El título, el fraseo, la temática, la metáfora inicial... todo me recuerda a Luis Alberto Spinetta. Sin duda, este poema podría haber sido una letra de Invisible o Spinetta Jade. Aunque no sé, todavía, si a Ballina le gustaría esa comparación.

6

Me parece acertado que el libro termine con "la herencia", un poema cuyo uso del futuro le da un tono asertivo y rotundo:
  
pisarás las mismas huellas
mirarás asombrado a los altos muros
de la nueva ciudadela
verás caer palabras de desterrada palpitación...

Sin embargo, creo que otro final posible hubiera sido elegir "refugio de altura", el poema que da título al libro:

aquí en las alturas nevadas
toda lengua es reductiva
prensada por el frío
los sueños se desecan a la intemperie
en una ceremonia invisible
pero ajeno a toda soledad
oscuridad o claridad
por su boca de sí reflejante
crea la estrella guía
que sobreviene
vacío tras vacío
paisaje tras paisaje
mundo tras mundo

*     *     *


Post scriptum

Recibí el libro en la Biblioteca López Merino en abril de 2015, cuando salía de dar clase. Sin embargo, el libro fue editado en abril de 2014, y la dedicatoria de Ballina también está fechada en ese mes y ese año.
Existen dos explicaciones posibles para esto. La primera, que el autor efectivamente envió el libro en abril de 2014 a la biblioteca, pero por descuido el sobre quedó guardado y archivado durante un año, hasta el día en que las empleadas se acordaron y me lo dieron.
La segunda explicacion posible es que el autor simplemente se equivocó: tal vez pensaba en el año ya transcurrido mientras escribía la dedicatoria, cuando debería haber escrito 2015.
Hablé de explicaciones posibles. Existe también una tercera explicación, pero es imposible. Ésta indicaría que ni las empleadas ni Ballina cometieron error alguno; él envió el libro en abril de 2014 y ellas me lo entregaron ni bien lo recibieron. Puede haber ocurrido, entonces, que el libro viajara no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Que aguardara el momento indicado para llegar a mis manos. Como las cartas de Kafka o las cartas del cuento "Sobremesa" de Cortázar, la dimensión temporal en que se movió este libro fue distinta de la mía, la de Ballina, la de las empleadas. Buscó su momento para llegar a mis manos: el momento adecuado. Éste.

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