La semana última fue una locura.
En la primera reunión "pro-viaje" que hicimos para organizar el viaje al III Encuentro (hace varios meses ya), acepté hacerme cargo de armar la lista de gente interesada en viajar a Mendoza, sin imaginar lo que asumía con una tarea que parecía tan sencilla. La verdad que el bombardeo de mails a lo largo del último mes, y sobre todo de las últimas semanas, me robó bastante tiempo, con el agravante de que chequeaba, diariamente y más de una vez, dos casillas de correo: la mía y la del Encuentro. Otro problema que tengo es que no soy de contestar muy escuetamente: me gusta que las oraciones sean mínimamente legibles y tengan cierta coherencia. Así que más tiempo aún.
Para colmo, no todos los que viajaban se alojaban en el club universitario que pusieron a nuestra disposición los mendocinos, ni viceversa. Y además estaban los que viajaban "sólo ida" o "sólo vuelta": más problemas aún, que sólo pude resolver llevando a extremos poco vistos mis (ya presentes) tendencias obsesivas*.
Las dos grandes cuestiones previas fueron el tema de conseguir un micro barato y hacernos de la plata con la que la Facultad financió una parte importante del viaje (casi el 70%, si vamos a la crudeza de los números). Por suerte todo terminó saliendo bien: el micro era bueno, aún a pesar de su precio accesible, y la plata se pudo cobrar el lunes y así apaciguar las ansiedades que había en torno al viaje.
Después de un día larguísimo en el que di clases de inglés y mi primera clase de español, me apersoné por Puan el miércoles pasado a eso de las 20 (listas de viajeros en mano), y una vez que llegó el colectivo y le entregamos al dueño de la empresa el grueso del pago, me planté junto a la puerta del bondi para controlar quién entraba, quién faltaba y quiénes todavía tenían que pagar su viaje. Haciendo de algo así como un coordinador de viaje de egresados (!), y con Ine De Mendonça y Ceci Eraso caracterizadas como azafatas, la gente fue llegando, entrando, saliendo para fumar o comprar su vianda para la noche, volviendo a entrar, buscando su lugar en el colectivo. Finalmente llegaron las últimas personas (una de las cuales, tengo que decirlo, era Seba Hernaiz, que vive a ¡3 cuadras! de la Facu), y salimos.
* Quizás una frase del poeta Raúl Gustavo Aguirre alcance para redimirme: "El poeta es el hombre de la lenta obsesión".
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6 comentarios:
Y ahora que terminó debo decir que su colaboración fue imprescindible para que el viaje saliera tan espectacular.
Y agradecerle por su elogioso comentario sobre mi biblioteca Beat..
Saludos...
Que se repita.
mirá cómo se me adelantó el rufián... ahora sólo espero tu resumen del evento
te queremos!
A la pucha, andamos todas las azafatas por acá. Che Vic, impecable lo tuyo y aguanten los obsesivos que vamos por el mundo reconociéndonos.
gracias por "contar" (literal) con nosotros vic. grande!
Me gusto la frase de Aguirre.
Gracias por ofrecerte a organizar...siempre es imprescincible alguien que asuma ese rol, como diría Levi Strauss.
Pd: ¿me parece a mí o estos comments están monopolizados por el encuentro?
Lo están, pero mejor eso que nada, ¿no?
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