26.7.07

Postales de la nieve /4

Al día siguiente, el día en que todavía pude ver en pie algunos muñecos de nieve a la tarde, creo que muchos tuvimos la misma idea: pasé por el almacén, compré vainillas, pero chocolate para taza no quedaba nada. Tuve que ir a un cotillón y comprarlo por peso.
De alguna forma podías ver la marca de lo que había pasado, en la gente: todos parecían más contentos, como si hubiéramos compartido algo que no era necesario decir ni poner en palabras.
Una señora mayor estaba pagando en la caja, y comentó que ella tenía cuatro meses cuando nevó aquella vez, en 1918. "Yo no me acuerdo de nada –dijo– pero mi padre siempre me contaba cómo había sido...".

Estaba volviendo a casa, para preparar el chocolate caliente con vainillas que correspondía al evento vivido el día anterior, cuando otra señora, un poco más joven que la anterior, me miró y me preguntó: "¿Estaba linda la nieve?". Era una pregunta que casi no requería respuesta, era más bien la expresión de la alegría y el asombro.

No hay comentarios: