20.12.24

David Sedaris, «Crónicas de SantaLand»

Crónicas de SantaLand (selección de fragmentos)
Por David Sedaris



Estaba en una cafetería mirando los avisos clasificados cuando leí: “Macy’s Herald Square, la tienda más grande del mundo, tiene grandes oportunidades para personas extrovertidas y amantes de la diversión, de todos los tamaños y formas, que quieran algo más que un trabajo de temporada. Trabajar como elfo en Macy’s SantaLand significa estar en el centro de la emoción...”.

Marqué el aviso con un círculo y después me reí en voz alta al pensarlo. El hombre que estaba sentado a mi lado giró en su banquito, mirando a ver si yo era un lunático.

 

*                *                *

 

La mujer en Macy’s me preguntó:

—¿Le interesaría ser elfo a tiempo completo o elfo de noche y los fines de semana?

—Elfo a tiempo completo —le dije.

Tengo una cita el próximo miércoles al mediodía.

Soy un hombre de treinta y tres años postulándome para un trabajo como elfo.

A menudo veo personas en la calle vestidas como objetos, entregando volantes. Suelo evitar los volantes, pero me parte el corazón ver a un hombre adulto vestido de taco. Entonces, si hay un disfraz de por medio, no solo suelo aceptar el volante, sino que lo acepto con gentileza, diciendo: “Muchísimas gracias” y pensando: Pobre, patético hijo de puta. No sé qué tendrás, pero espero no contagiarme nunca. Esta tarde en la avenida Lexington acepté un volante de un tipo vestido como una cámara de video. Panchos, maníes, tacos, cámaras de video, esas cosas me entristecen porque no encajan bien en las calles. Quizás en un desfile, pero no en las calles. Pienso que, al menos como elfo, voy a tener un lugar; estaré en la Aldea de Santa con todos los otros elfos. Viviremos en una esponjosa tierra de fantasía, rodeados por bastones de caramelo y casitas de galletas de jengibre. No va a ser tan triste como estar parado en alguna esquina vestido de papa frita.

 

*                *                *

 

Me estoy postulando para un trabajo como elfo. Incluso peor que postularme es la posibilidad muy real de que no me contraten, de que ni siquiera pueda conseguir trabajo como elfo. Ahí es cuando sabés que sos un fracasado.

 

*                *                *

 

Esta tarde me senté en la oficina de SantaLand en el octavo piso y me dijeron: “Felicitaciones, señor Sedaris. Usted es un elfo.”

Para convertirme en elfo llené diez páginas de formularios, hice un test de personalidad con multiple choice, pasé dos entrevistas y entregué orina para un análisis de drogas. […]

Estoy seguro de que no pasé el test de drogas. Mi orina tenía papel de armar y cogollos flotando, pero igual me contrataron porque soy bajo: mido un metro sesenta y cinco. Casi todos los que contrataron son bajos. Uno es un enano. Después de la segunda entrevista me llevaron a la oficina del gerente, donde me mostraron un plano del lugar. En un día ajetreado, veintidós mil personas vienen a visitar a Santa, y me dijeron que la tarea de un elfo es mantenerse alegre frente al tormento y la adversidad. Prometí tener eso en cuenta.

 

*                *                *

 

En SantaLand lo único que vendemos son fotos. La gente se sienta en el regazo de Santa y posa para la foto. El Elfo de las Fotos les da un papelito con un número impreso en la parte superior. El formulario lo completa otro elfo y la foto llega por correo semanas después. Así que en realidad, lo único que vendemos es la idea de una foto. Una idea cuesta nueve dólares, tres ideas cuestan dieciocho.

Mi peor pesadilla incluye a veintidós mil personas al día paradas frente a mi caja registradora. No siempre voy a ser cajero, solo de vez en cuando. Lo peor es que después de haber acumulado trescientos dólares tengo que sacar doscientos, llenar una media docena de formularios y llevar el sobre con la plata a una compuerta del Departamento de Vajilla o a la caja fuerte en el balcón sobre el primer piso. No se me permite cambiarme de ropa antes. Tengo que ir vestido de elfo. Un elfo en SantaLand es una cosa; un elfo en el Departamento de Ropa Deportiva es otra cosa completamente distinta.

 

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Hoy fue la prueba de vestuario de los elfos. Los casilleros y los vestuarios están en el octavo piso, justo detrás de SantaLand. Los elfos ya nos conocíamos por los cuatro días de entrenamiento, pero cuando nos sacamos la ropa y nos pusimos los uniformes, todo cambió.

La mujer encargada del vestuario nos asignó nuestros trajes y nos dio una charla sobre cómo mantener todo limpio. Levantó un calendario y dijo:

—A las mujeres: ya saben qué es esto. Úsenlo. He fregado suficiente sangre de entrepiernas de las bombachas de elfa como para que me valga por el resto de mi vida. Y no me digan: “Yo no uso ropa interior, soy bailarina”. No sos bailarina. Si fueras una bailarina de verdad no estarías acá. Sos una elfa y vas a usar bombacha como una elfa.

 

*                *                *

 

Esta mañana me dejaron varado de nuevo en la Ventana Mágica, lo cual es muy aburrido. Se supone que tengo que quedarme ahí sin hacer nada y decir:

—¡Párense sobre la Estrella Mágica y podrán ver a Santa!

Dije eso un rato y luego empecé a decir:

—¡Párense sobre la Estrella Mágica y podrán ver a Cher!

Y la gente se emocionó. Así que dije:

—¡Párense sobre la Estrella Mágica y podrán ver a Mike Tyson!

Algunas personas de la otra fila, la fila para sentarse en el regazo de Santa, se emocionaron y atravesaron las rejas para poder pisar mi Estrella Mágica. Luego se enojaron cuando miraron por la Ventana Mágica y vieron a Santa en lugar de a Cher o Mike Tyson. ¿Qué esperaban, sinceramente? ¿Está Cher tan desesperada por la plata que aceptaría pararse en Macy’s, detrás de un espejo que permite ver de un solo lado?

Las personas enojadas deben haberle dicho algo a la gerencia porque me sacaron de la Estrella Mágica y me mandaron a la Isla de los Elfos, que es aún más aburrida porque lo único que tenés que hacer es quedarte parado y parecer alegre. Al mediodía, un grupo enorme de retardados mentales vino a visitar a Santa y pasaron por mi pequeña isla. Estas personas tenían una discapacidad intelectual profunda. Estaban poniendo los ojos en blanco, moviendo la lengua y tambaleándose hacia Santa. Era un grupo grande de retardados mentales y, después de mirarlos por unos minutos, no pude empezar a adivinar dónde terminaban los retardados mentales y comenzaban los neoyorquinos normales. Todos parecen ser retardados una vez que te lo proponés.

 

*                *                *

 

Sacarle una foto a alguien te dice mucho, siendo “mucho” la palabra clave. Tener a los padres en la sala tiende a hacerlo aún peor. Es política de SantaLand sacar una foto de cada niño, que los padres pueden comprar o rechazar. A la gente se le permite traer sus propias cámaras de fotos, de video, lo que sea. Son los grupos de multimedia los que me agotan. Estos son familiares encorvados por sus equipos, implacables en su búsqueda de documentación.

Los veo en el Laberinto con sus cámaras de video indicándoles a sus hijos que finjan estar sorprendidos. “Monica, nena, mirá la línea de trenes y mirame a mí. No, mirame a mí. Ahora saludá. Eso, saludá con ganas.” 

Los padres frenan la fila y la tarea de un Elfo del Laberinto es apurarlos.

—Disculpe, señor, lo siento, pero hoy estamos un poco ocupados y le agradecería si tal vez pudiera redondear esto. Hay bastante gente esperando detrás suyo.

El padre entonces te pide que te pongas al lado del niño y saludes. Yo lo hago. Me pongo al lado de un niño y saludo a la cámara de video, preguntándome dónde voy a terminar. Me imagino a mí mismo en un equipo de televisión de una sala con paneles en Wapahanset o Easternmost Meadows. Imagino a la familia peleándose por el control remoto, apretando el botón de fast-forward. El saludo del niño se convierte en un saludo acelerado. Yo entro en la toma y todos en la sala tienen el mismo pensamiento: “¿Qué carajo está haciendo ese pelotudo en nuestra cinta de recuerdos navideños?”

 

 

*                *                *

 

Los niños pequeños, de dos a cuatro años, tienden a asustarse de Santa. No tienen ningún interés en que les saquen fotos porque no saben qué es una foto. No son vanidosos, son bebés. Son bebés y actúan en consecuencia: lloran. Un Elfo de Fotos entiende que, una vez que un niño empieza a llorar, se acabó. Empiezan a llorar en la casa de Santa y no paran hasta que están al menos a diez cuadras de distancia.

Cuando el niño empieza a llorar, Santa ofrece consuelo por un par de minutos antes de decir:

—Tal vez podemos intentarlo de nuevo el año que viene.

Los padres habían planeado mandar las fotos a los familiares y ponerlas en álbumes. Esperaron en la fila más de una hora y no están dispuestos a rendirse tan fácilmente. Esta noche vi a una mujer abofetear y sacudir a su hija que lloraba, gritándole:

—¡Carajo, Rachel, subite al regazo de ese hombre y sonreí, o te voy a dar algo por lo que llorar!

A menudo suelo sacar fotos de niños llorando. Aún más grotesco es sacar una foto de un niño llorando con una sonrisa falsa. No es tanto una sonrisa como la forma forzada de una sonrisa. Curiosamente, eso les gusta a los padres. 

—Bien hecho, Rachel. Ahora, vámonos de acá. Tu mamá tiene dolor de cabeza y no se le va a ir hasta que tengas veintiún años.

 

*                *                *

 

Pasé unas horas en el Laberinto con Puff, un joven elfo de Brooklyn. Estábamos parados cerca del Bosque de Caramelos cuando nos dimos cuenta de que Santa es un anagrama de Satán. Padre de la Navidad o el Diablo: tan cerca pero tan lejos. Imaginamos un SatanLand donde los visitantes tendrían que atravesar piletas humeantes de sangre humana y heces antes de llegar a las Puertas del Infierno, donde un horrendo demonio con un traje de terciopelo chamuscado los tomaría de la mano y los llevaría hacia Satán. Una vez que lo pensamos, no pudimos sacarlo de nuestras mentes. Al escuchar a los clientes, reemplazábamos la palabra Santa por la palabra Satán. 

—¿Qué pensás, Michael? ¿Creés que Macy’s tiene al verdadero Satán?

—No te olvides de darle las gracias a Satán por el muñeco de Baby Alive que te dio el año pasado.

—Me encanta Satán.

—¿A quién no? Todos aman a Satán.

 

*                *                *

 

Esta tarde estaba trabajando como Elfo de Mostrador en el Árbol Mágico cuando vi a una mujer bajarle el cierre a su hijo, sacarle el pitito y decirle que orinara en un banco de nieve artificial. El niño era pequeño, tendría cuatro o cinco años, y lo hizo: hizo pis. La orina goteaba de las ramas de los árboles artificiales y formaba un charquito en el piso.

 

 

Esta tarde trabajé como Elfo de Salida, diciéndole a la gente en voz alta: “¡POR ESTE CAMINO PARA SALIR DE SANTALAND!”. Una mujer estaba parada en una de las cajas registradoras pagando por su idea de una foto, mientras su hijo yacía debajo de ella pataleando y retorciéndose, haciendo un berrinche.

La mujer le dijo:

—Riley, si no empezás a comportarte, Santa no te va a traer ninguno de esos juguetes que pediste. 

El niño le respondió: 

—Sí que  me va a traer juguetes, mentirosa, ya me lo dijo. 

La mujer me agarró del brazo y me dijo: 

—Vos, Elfo, decile a Riley que si no empieza a portarse bien ahora mismo, Santa va a cambiar de opinión y le va a traer carbón para Navidad. 

Le dije que Santa ya no comercia con carbón. En cambio, si te portás mal, viene a tu casa y te roba cosas. Le dije a Riley que si no se comportaba, Santa le iba a sacar la tele y todos sus electrodomésticos y lo iba a dejar a oscuras. 

—Todos tus electrodomésticos, incluida la heladera. La comida se te va a pudrir y va a oler mal. Va a ser helado y oscuro donde estés. Ah, Riley, sí que vas a sufrir un montón. Vas a desear no haber escuchado nunca el nombre de Santa. 

La mujer puso cara de preocupación y dijo: 

—Está bien, ya basta. 

Yo le respondí: 

—Te va a sacar el auto y los muebles, y todas las toallas y sábanas, y te va a dejar sin nada. 

La madre dijo: 

—No, basta, de verdad.

 

*                *                *

 

Hoy un niño le dijo a Santa Ken que quería que su papá muerto volviera y también quería un set completo de las Tortugas Ninja. Todos quieren esas Tortugas.

 

 

Había una fila para ver a Santa y otra fila para el baño de mujeres, y una mujer, después de haberme hecho ya una docena de preguntas, me preguntó: 

—¿Cuál es la fila para el baño de mujeres? 

Yo grité que pensaba que era la fila con todas las mujeres. 

Ella dijo: 

—Voy a hacer que te despidan.  

Ya van dos personas que me dijeron lo mismo hoy: 

—Voy a hacer que te despidan.

Dale, hacelo, no tengo problema. Estoy usando un disfraz de terciopelo verde: no hay nada peor que esto. ¿Quién se creen estas personas? 

—¡Voy a hacer que te despidan! —y yo quería inclinarme junto a ella y decirle: 

—Voy a hacer que te asesinen.

 

*                *                *

 

Esta noche fui Elfo de Fotos para el Santa más viejo. Por lo general sus nombres están escritos en los vasos de agua que mantienen escondidos en la estantería de los juguetes. De vez en cuando, un Santa pide agua y un elfo le sostiene el vaso mientras su maestro bebe por usando una pajita. Miré el vaso y no vi ningún nombre. Estábamos ocupados esa noche y no tuve tiempo para una presentación. Este era un Santa excepcional, salvaje pero cálido. En el momento en que una familia se va, este Santa, al sentir otro grupo apiñándose en su puerta, empieza a cantar. 

Canta: “Una chica bonita… es como una melodía”.

Los padres y los niños entran en la habitación, y si hay una chica en el grupo, Santa la mira, pone sus manos enguantadas sobre su pecho y finge un infarto fulminante: cae hacia atrás sobre el almohadón y gime con una combinación de placer y dolor. Luego, lentamente, se recupera y dice: 

—Elfo, Elfo… ¿estás ahí? 

—Sí, Santa, aquí estoy. 

—Elfo, acabo de soñar que estaba frente a la chica más bonita del mundo. Estaba justo aquí, en mi casa. 

Entonces yo digo: 

—No fue un sueño, Santa. Abrí los ojos, amigo mío. Ella está delante tuyo. 

Santa se frota los ojos y sacude la cabeza como si fuera un sacerdote parroquial a quien se le ha aparecido Cristo.

—Oh, día celestial —dice, dirigiéndose a la niña—. Sos la chica más bonita que he visto en seiscientos diecisiete años.

Luego la sube a su regazo y halaga cada aspecto de su carácter. La niña está enloquecida. Santa hace un gesto hacia la madre de la niña, preguntando: 

—¿Es esa tu hermana la que veo ahí en la esquina? 

—No, es mi mamá. 

Santa llama a la mujer para que se acerque y le pregunta si ha sido una buena madre. 

—¿Le decís a tu hija que la querés? ¿Se lo decís todos los días? 

Las madres siempre se sonrojan y dicen: 

—Lo intento, Santa. 

Santa le pide a la niña que le dé un beso a su madre. Luego se dirige al padre, pidiéndole nuevamente que le diga a la niña cuánto la quiere. 

Santa termina la visita, diciendo: 

—Recuerden que lo más importante es tratar de querer a los demás tanto como ellos te quieren a vos. 

Los padres se emocionan y a menudo lloran. Toman a Santa de la mano y, al irse, la mía. Dicen que valió la pena la espera. Los casos más graves abren sus carteras y le dan unos billetes a Santa. No se supone que aceptemos propinas, pero la mayoría de los Santas acepta el dinero y guiña un ojo, guardándolo en su bota. Pero este Santa miró el dinero como si fuera un pañuelo mugriento. Cerró los ojos y se preparó para la siguiente familia. 

Con los chicos, este Santa juega con sus cerebros: cada uno es el chico más inteligente del mundo. 

Lo genial de este Santa es que ni siquiera pregunta qué quieren recibir los niños. La mayoría de las veces involucra a los padres hasta el punto de que abandonan su impulso de documentar todo. Dejan sus grabadoras de video y se congregan para el festival del amor.

 

*                *                *

 

Este fue mi último día de trabajo. Nos habían dicho que la Víspera de Navidad sería un día tranquilo, pero este era el día para el que nos habían preparado con una semana de entrenamiento. Fue un día de acción imparable, un día en que los gerentes pasaron mucho tiempo con sus walkie-talkies.

Presencié una pelea a puño limpio entre dos madres y vi cómo una mujer sufría un grave ataque de ansiedad debido a la multitud: cayó al piso dando bocanadas en busca de aire, con los brazos moviéndose como si estuviera ahuyentando murciélagos. Un padre de Long Island le dijo a Santa que era un maricón porque no pudo tomarse el tiempo de recitarle “The Night Before Christmas” a su hijo. Los padres en largas filas dejaban pañales descartables en la puerta de la casa de Santa. Fue la multitud más ruidosa que jamás haya visto, y nos faltaban elfos, muchos de los cuales simplemente no aparecieron o llamaron diciendo que estaban enfermos. Como consecuencia de ello nos redujeron el horario del almuerzo a la mitad y tuvimos arreglarnos sin el descanso de la tarde. Muchos elfos se quejaron amargamente, pero el resto de nosotros nos encontramos en el momento que todos habíamos estado esperando. Éramos nosotros contra ellos. Era hora de ser un verdadero soldado, y yo me entregué por completo. Mi Santa y yo conseguimos tener a los niños en el regazo y fuera del regazo en apenas cuarenta y cinco segundos. Éramos una máquina eficiente rodeada por el caos. La hora de irnos llegó y pasó, pero ambos la ignoramos por completo. Mi avión saldría a las ocho, y yo me quedé hasta el último momento, calculando el tiempo que me tomaría llegar al aeropuerto. Todavía con un asomo de duda, me acerqué a la gerente y le dije que tenía que irme. Ella estaba en una caja, gritándole a una clienta. De hecho, la estaba llamando puta. Le toqué el brazo y le dije:

—Tengo que irme ahora.

Ella puso su mano sobre mi hombro, lo presionó suavemente y siguió con la conversación, diciendo:

—No le digas al presidente de la tienda que te dije puta. Decile que te llamé puta de mierda, porque eso es exactamente lo que sos. Ahora salí de mi vista antes de que haga algo que ambas lamentemos.

 


Leída originalmente en National Radio el 23 de diciembre de 1992.
Publicada en el libro Barrel Fever (1994).
Compilada en Holidays on Ice (1ª ed. 1997; 2ª ed. ampliada 2008).
 
Esta traducción a la variedad rioplatense del español fue realizada por Chat GPT.
Selección de fragmentos y correcciones: Vicente Costantini.
 

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